Textos y referencias bibliográficas sobre San Josemaría y el nazismo

Capítulo del documento "Textos y referencias bibliográficas de San Josemaría sobre el nazismo, el fascismo y el pensamiento totalitario"

Testimonio de Domingo Díaz Ambrona publicado en "Entrevista sobre el fundador del Opus Dei". Álvaro del Portillo. Madrid, 1993, pp. 34-37:

Domingo Díaz Ambrona conoció a san Josemaría en el transcurso de la guerra civil española. “Durante ese periodo -contaba-, me encontraba que refugiado, junto con mi mujer, en la embajada de Cuba, y estando allí se cumplió el tiempo del parto de nuestra hija Guadalupe, que nació el 3 de septiembre de 1937 en el Sanatorio Riesgo, ahora inexistente, que estaba entonces bajo protección de la bandera inglesa.

Por las circunstancias que atravesaba el país no la podíamos bautizar, y así se lo comuniqué a un buen amigo mío, José María Albareda. Pocos días más tarde, José María Albareda me dijo que un sacerdote amigo suyo vendría en una determinada fecha a administrarle el bautismo. Confiado en la protección que nos ofrecía la bandera inglesa del sanatorio, invité al acto a los padrinos y a varios amigos más.

El sacerdote se presentó a las cinco de la tarde, dos horas antes de la hora prevista, y estuvo el tiempo justo para bautizarla. Fue todo tan rápido, que ni siquiera le preguntamos el nombre. Más tarde supe que se trataba de Mons. Escrivá. Su comportamiento fue una lección de prudencia para todos en aquellos momentos difíciles. Yo intenté que se quedara, pero me comentó: 'Me necesitan muchas almas'.

"Durante ese periodo, por lo que he sabido después, aunque no contaba más que con una precaria documentación y el clima social y político era muy peligroso para un sacerdote, desarrollaba una intensa labor apostólica: confesaba a muchas personas -con peligro de su vida muchas veces-, daba cursos de retiros cambiando constantemente de sede y atendía a un grupo de religiosas que sufrían los efectos de la persecución.

Pero en aquel entonces yo no sabía, por las circunstancias citadas, de quién se trataba. Lo supe más tarde, durante un encuentro casual en el tren, en la línea Madrid-Ávila, en el mes de agosto de 1941.

Viajaba con mi mujer y mi hija de cuatro años cuando don Josemaría, al vernos, nos reconoció, entró en nuestro departamento y nos dijo: 'A esa niña la he bautizado yo'. Nos saludamos, me dijo su nombre y estuvimos hablando de la situación histórica que atravesábamos. Nos encontrábamos en un momento decisivo de la historia de Europa: recuerdo que yo tenía un gran deseo de llegar cuanto antes a las Navas del Marqués, para saber por la radio como iba el avance de las tropas alemanas en territorio ruso.

Yo le comenté que acababa de regresar de un viaje a Alemania y había podido captar el miedo de los católicos a manifestar sus convicciones religiosas. Esto me había llevado a recelar del nazismo; pero, como a muchos españoles, se me ocultaban los aspectos negativos del sistema y de la filosofía nazi, deslumbrados por la propaganda de una Alemania que se presentaba como la fuerza que iba a aniquilar por fin al comunismo. Y quise saber su opinión.

Por todas esas razones que acabo de exponer me sorprendió profundamente, en aquellos momentos, la respuesta tajante de aquel sacerdote, que tenía una información muy certera de la situación de la Iglesia y de los católicos bajo el régimen de Hitler.

Mons. Escrivá me habló, con mucha fuerza, en contra de ese régimen anticristiano, con un vigor que ponía de manifiesto su gran amor a la libertad. Hay que hacer notar que no era fácil encontrar en España, por aquel entonces, a personas que condenasen con tanta contundencia el sistema nazi y que denunciasen con tanta claridad su raíz anticristiana. Por eso, esa conversación, en aquel preciso momento histórico, en el que no se conocían aún todos los crímenes del nazismo, se me quedó profundamente grabada”.

“Tiempo más tarde le comenté a mi amigo José María Albareda este encuentro y supe que había estado conversando con el Fundador del Opus Dei.

Yo no soy del Opus Dei, pero mi experiencia personal me permite afirmar que quien sostenga una opinión contraria sobre el pensamiento en este sentido de Josemaría Escrivá de Balaguer no busca más que empañar inútilmente la vida santa de este futuro beato, que era un gran enamorado de la libertad”.

Álvaro del Portillo explica en "Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei", Ed. Rialp, Madrid, 1993, pp. 34-37, que durante la postguerra española:

“En algunos ambientes oficiales españoles se miraba con simpatía al régimen alemán” y que san Josemaría “se sintió en el deber de poner en guardia a los que se olvidaban de las aberraciones de aquella ideología: no sólo criticaba su totalitarismo, sino también la persecución y las discriminaciones a los católicos, a los hebreos, etc., y el tono de paganismo que caracterizaba el racismo nazi. Se prodigó en dar a conocer el contenido del documento pontificio de condena, y en difundirlo privadamente”.

Mario Lantini, uno de los primeros italianos del Opus Dei, afirma en el libro de Pilar Urbano "El hombre de Villa Tevere", Planeta, 1995, pag. 118:

"Per lui non era concepibile il partito único (...) era quindi contra ogni totalitarismo, razzismo, nazionalismo, ecc."

Pedro Casciaro, uno de los primeros del Opus Dei, afirma en el libro de Pilar Urbano "El hombre de Villa Tevere", Planeta, 1995, pag. 118:

"Respecto al fascismo y al nazismo, no hubo caso de enfrentamientos, ya que el Opus Dei comenzó su labor estable en Italia y Alemania cuando esos regímenes ya no gobernaban. En una ocasión le oí hablar con admiración del cardenal Faulhaber, que había tenido la valentía de publicar unas conferencias de adviento en la catedral de Munich, durante el nazismo".

Amadeo de Fuenmayor, catedrático de Derecho Civil y Derecho Canónico, afirma en el libro de Pilar Urbano "El hombre de Villa Tevere", Planeta, 1995, pag. 119:

Amadeo de Fuenmayor, después de afirmar que la actitud de Escrivá, "condenatoria del nazismo, fue terminante", aporta una extensa relación de "expresiones referidas a Hitler y a su sistema racista, que le hemos escuchado en múltiples ocasiones". Entre otras, las siguientes:

-Abomino de todos los totalitarismos

-El nazismo es una herejía, aparte de ser una aberración política.

-Me dio alegría cuando la Iglesia lo condenó: es lo que todos los católicos llevábamos en el alma.

-Todo lo que es racismo es algo opuesto a la ley de Dios, al derecho natural.

-Sé que han sido muchas las víctimas del nazismo, y lo lamento. Me bastaba que hubiera sido una sola -por motivo de fe y, además, de pueblo- para condenar ese sistema.

-Siempre me ha parecido Hitler un obseso, un desgraciado, un tirano.