Introducción de "Sacerdote para la eternidad"

"Sacerdote para la eternidad" es una homilía pronunciada por San Josemaría Escrivá el 13.IV.73, Viernes de Pasión, antigua conmemoración de los Siete Dolores de la Santísima Virgen María

Días atrás, al celebrar la Santa Misa me detuve un breve momento, para considerar las palabras de un salmo que la liturgia ponía en la antífona de la Comunión: el Señor es mi pastor, nada podrá faltarme (Ps XXII, 1; Antífona de la Comunión, en la Misa del Sábado de la cuarta semana de Cuaresma). Esa invocación me trajo a la memoria los versículos de otro salmo, que se recitaba en la ceremonia de la Primera Tonsura: el Señor es la parte de mi heredad (Ps XV, 5). El mismo Cristo se pone en manos de los sacerdotes, que se hacen así dispensadores de los misterios –de las maravillas– del Señor (1 Cor IV, 1).

En el verano próximo recibirán las Sagradas Ordenes medio centenar de miembros del Opus Dei. Desde 1944 se suceden, como una realidad de gracia y de servicio a la Iglesia, estas promociones sacerdotales de unos pocos miembros de la Obra. A pesar de eso, cada año hay gentes que se extrañan. ¿Cómo es posible, se preguntan, que treinta, cuarenta, cincuenta hombres con una vida llena de afirmaciones y de promesas, estén dispuestos a hacerse sacerdotes? Quisiera exponer hoy algunas consideraciones, aun corriendo el riesgo de aumentar en esas personas los motivos de perplejidad.