Conferencia de las Artes San Josemaría Escrivá de Balaguer

El escritor Carlos Pujol impartió la conferencia en el Colegio Mayor Moncloa, de Madrid. Con este acto académico se procura convocar a reconocidos artistas que hayan destacado por la calidad de su obra artística y por el sentido cristiano y humano que la inspira

San Josemaría impulsó y siguió muy de cerca los comienzos del Colegio Mayor Moncloa, germen de otras muchas instituciones universitarias en todo el mundo, como centro donde muchos jóvenes universitarios se formaran en un clima de libertad y excelencia académica y de trabajo bien hecho para servir mejor a la sociedad, cultivando una gran sensibilidad para todo lo verdaderamente humano, como base para un confiado trato con Dios.

Desde el principio, se formaron y pasaron por Moncloa un buen número de artistas, escritores y poetas como Bartolomé Llorens o Carlos Bousoño. El patio del Colegio Mayor fue escenario para exposiciones de Chillida y otros artistas; destacan en el Colegio los murales y cuadros marineros del pintor Pepe Alzuet y de ciudades de Fernando Colomo. Y, cómo no citarlos, los murales vanguardistas del arquitecto Ignacio Vicens. Y los conciertos de la Orquesta Académica de Madrid.

La Conferencia de las Artes San Josemaría Escrivá de Balaguer, que en palabras de Julián Zarauza, patrono de la Fundación, persigue convocar a reconocidos artistas de nuestro tiempo que hayan destacado por la calidad de su obra artística y por el sentido cristiano y humano que la inspira. Este año, el invitado para impartirla ha sido el escritor Carlos Pujol. Acudieron artistas, escritores, poetas, novelistas, etc. y fue seguida de un coloquio en el que destacaron las preguntas sobre el valor literario de las obras de autores españoles contemporáneos.

Hacer libros divertidos, pero secretos

Como apuntaba el crítico literario Luis Ramoneda, la obra de Carlos Pujol es polifacética: ha sido profesor universitario, es autor de importantes estudios (sobre Voltaire, Balzac y otros escritores ingleses y franceses); hay que destacar también sus trabajos como traductor del francés y del inglés. Es reciente, por ejemplo, su versión de la poesía de John Donne, uno de los más importantes poetas ingleses de todos los tiempos. A esto, habría que añadir sus colaboraciones en la prensa nacional siempre relacionadas con la literatura y el arte.

Su obra de creación –poesía, novela, relatos–, no se puede desligar ni de su experiencia docente ni de sus trabajos de traducción y de crítica literaria. Por un lado, destacaría su cosmopolitismo: lo vemos en sus novelas y narraciones que transcurren en Italia, en Inglaterra, en Barcelona, en África… E incluso en su poesía como ocurre en “Retrato de París” o en “Versos de Suabia”. Cosmopolitismo también porque, en su obra, se aprecia una cultura y un saber que traspasan fronteras y épocas, pues junto a historias cuya acción sucede en el siglo XX, otras se desarrollan en etapas anteriores. 

Además, abundan las referencias a la pintura, la arquitectura, la música, la literatura de países y estilos diversos. Su poemario “La pared amarilla”, por ejemplo, es un homenaje a Vermeer, escrito con una delicadeza que recuerda las pinceladas del genial pintor de Delft.

Otra característica muy personal de la obra de Carlos Pujol es el humor. Un humor al que estamos poco acostumbrados en nuestra literatura. Porque es el arte de la sutileza, de la ironía suave, más propia quizá del área anglosajona que de las tierras mediterráneas y que a mí me recuerda a otro gran escritor, ya fallecido, de la periferia peninsular, a Joan Perucho. 

En las novelas de Carlos Pujol, tan importante es lo que se dice como lo que se sugiere al lector, más que la acción lo que interesa son los personajes, su interioridad, de ahí la importancia de los diálogos, llenos de inteligencia, quizá también porque a menudo de lo que tratan es de la amistad. El humor se expresa igualmente a través de situaciones en que la realidad no es lo que parece a primera vista, se esconde debajo de las apariencias. En el trasfondo, hay un no tomarse demasiado en serio a los hombres y sus miserias y vanidades, lo que por contraste lleva a un profundo interés por lo que de verdad importa: la persona, su dignidad y su capacidad relacional. 

Hay un aforismo de Carlos Pujol en sus “Cuadernos de escritura”, recientemente editados por Pre-Textos, llenos de sabiduría, que resume bien su obra literaria: “Hacer libros divertidos, pero secretos, ésta es la fórmula”.