1. Textos de algunos historiadores sobre la relación de Franco y algunas personas del Opus Dei

Capítulo del dossier informativo "Libertad política de los fieles del Opus Dei durante el régimen de Franco"

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1.1. "Franco. Historia y biografía" (2 vols.), de Brian Crozier. Ed. Magisterio Español, Madrid, 1969. T.o.: "Franco. A biographical history", London, 1967.

"La acusación de que el Opus Dei apuntaba a obtener poder político y que lo había logrado al fin, se extendió en febrero de 1957, cuando Ullastres y Navarro Rubio entraron a formar parte del Gobierno de Franco. Expuesta así, la acusación parece totalmente infundada, ya que se basa en una clara concepción errónea de lo que es el Opus Dei.

El Opus Dei no es ‑como sus enemigos piensan o querrían que los demás pensaran‑ un partido político; tampoco es un grupo político de presión, ni, en este caso, una especie de oficina de colocación para políticos. En febrero de 1957, Franco no acudió a los directores del Opus Dei ‑como uno tendría que pensar leyendo los comentarios hostiles‑ para decirles: 'Tengo dos vacantes para un par de tecnócratas. Envíenme unos cuantos candidatos para que pueda escoger'. Esta no ha sido nunca la manera de actuar de Franco, incluso aunque hubiera sido el deseo del Opus Dei. Lo que ocurrió fue algo mucho más pragmático y menos siniestro. Franco había oído hablar de los méritos intelectuales de Ullastres y Navarro Rubio y los hizo llamar, dando la casualidad de que eran miembros del Opus Dei. Al mismo tiempo, oyó hablar de los méritos intelectuales y técnicos de Castiella y Gual Villalbí, y también los mandó llamar, dando la casualidad de que no eran miembros del Opus Dei.

Con otras palabras: el Opus Dei no era un grupo político cuyos favores había que ganarse dándole una participación en el poder, como a los monárquicos, a la Falange o al Ejército". p.245.

"(...) El Opus Dei ofrece ya una amplia diversidad de opiniones. Rafael Calvo Serer, por ejemplo, uno de los más destacados pensadores de la Obra es un monárquico entusiasta, mientras que Ullastres se muestra frío hacia la restauración. Otros matices de opinión van, desde el autoritarismo de derechas hasta una socialdemocracia cristiana de izquierdas."p. 246.

1.2. " Franco. Caudillo de España " de Paul Preston. Grijalbo‑Mondadori, 1994. T.o.: "Franco. A Biography", Harper Collins Publishers, London, 1993.

"López Rodó le dijo al Conde de Ruiseñada, poco después del cambio de gabinete, que los planes de la Tercera Fuerza elaborados por miembros del Opus Dei como Rafael Calvo Serer y Florentino Pérez Embid estaban condenados al fracaso". pp. 833‑834 ed. española.

1.3. " Juan Carlos I. La restauración de la Monarquía " de Javier Tusell, ed. Temas de Hoy, 1995.

"En cuanto a quienes representaron de un modo más claro la opción monárquica en el Gobierno de 1957, tenían como rasgo común no sólo el monarquismo y el colaboracionismo, sino también la pertenencia al Opus Dei. Ello explica que en las propias declaraciones de D.Juan en el libro de Sainz Rodríguez se atribuya a esta asociación religiosa una actitud global respecto a la cuestión monárquica en el sentido de propiciar la Monarquía de D.Juan Carlos. (...) Pero en las mismas actitudes iniciales de los miembros del Opus Dei había discrepancias que acabarían por hacerse patentes en los años sesenta. (...) D. Juan sí fue consciente de esas diferencias. Nunca consideró a López Rodó como uno de los suyos, pero sí a Pérez Embid y a Calvo Serer, por ejemplo, aunque a menudo temiera el escaso sentido práctico del segundo". pp.263‑264.

1.4." La economía política del franquismo (1940‑1970)" de Manuel Jesús González. Ed. Tecnos, 1979

"El cambio de 1957‑1959 fue impulsado desde el exterior por los Organismos internacionales y directa e indirectamente por los EE.UU. En el interior del país la situación económica era grave; pero por sí sola no bastaba para hacer el cambio inevitable. (...) Sólo algunas personas intentaron una huida hacia adelante. Entrando en conflicto con elementos políticos e ideológicos tradicionales, rompieron las resistencias y forzaron una alternativa distinta de política económica.

(...) Muchos de los elementos con los que entraron en conflicto pensaron sinceramente que la operación era una traición al franquismo histórico; una maniobra política de gran habilidad para desnaturalizar el régimen. (...) Estos tecnócratas utilizaban en su lenguaje el mínimo de alusiones estrictamente necesarias a los principios doctrinales del sistema. Ello, naturalmente, añadía recelos y resistencias psicológicas". p.26.

“Esta resistencia inicial, al pasar los años se convertiría en una 'vendetta' contra los socios del Opus Dei en posteriores gobiernos del régimen franquista. Como quiera que los socios del Opus Dei que actuaban en política se repartían entonces como hoy entre distintas corrientes, he intentado dar forma más exacta y circunspecta al lenguaje cotidiano de modo que me sirva para el análisis. Por eso me ha parecido más útil no englobarlos a todos en una misma familia política y hablar de liberalizadores o primeros tecnócratas con diversas procedencias y con dispares creencias o actitudes en materia de religión, para caracterizar el pequeño grupo de políticos y técnicos que impulsó el giro de 1959". p.26, nota 5.

1.5. " José Luis L. Aranguren. Medio siglo de Historia de España " de Feliciano Blázquez. Ed. Ethos, Madrid, 1994.

"Primero, [Calvo Serer] desde las páginas del diario de la tarde Madrid, que él, desde 1966, había convertido en el órgano más beligerante de oposición al franquismo, y que sería materialmente destruido por el entonces ministro de Información y Turismo, Sánchez Bella", p. 136, nota.

1.6. “ Los españoles entre la religión y la política: el franquismo y la democracia”, de José Andrés-Gallego, Antón M.Pazos, Luis de Llera, Unión Editorial, 1996.

“Entre 1957 y 1974 fueron varios los ministros que eran miembros del Opus Dei, por las razones que veremos; unos estaban encuadrados políticamente en alguna de esas familias del Régimen y otros carecían de filiación política estricta.

Lo cual no significa que todos continuaran en el mismo lugar. En 1945, cuando el fascismo quedó vencido, los miembros más conspicuos de aquella intelligentsia falangista, católica, que veíamos preconizaba la integración de todos los valores nacionales en el nuevo Estado, en una perspectiva totalitaria y estatista, empezaron a bascular hacia el liberalismo. Fue la primera línea de ruptura, porque supieron recoger una herencia político-cultural que empezaba a rondar el siglo”. p.125.

“Según el recuerdo de los que lo vivieron entonces, la gente del Opus Dei que se decidía por alguna opción de gobierno al comenzar los años sesenta prefería más bien la opción monárquica, que era a la postre la que abría el portillo más ajeno a lo confesional y a lo estatista; había además algunos carlistas, unos pocos demócratas y muchos que no optaban por nada, como la mayoría de los mortales, y comenzaba a abrirse entre los jóvenes camino el ideal de la socialdemocracia, a la sazón en boga en media Europa. Dicho de otra manera: los miembros de la Obra compartían las mismas opciones políticas, y en parecida proporción, que predominaban entre los demás católicos españoles.

Con tres excepciones que –casi- brillaban entre ellos por su ausencia: una, las posturas de izquierda o próximas a la izquierda, que, sin necesidad de llegar al marxismo o al anarquismo, suscitaran recelos sobre su heterodoxia, aunque no fueran estrictamente heterodoxas; otra, la falangista ‘auténtica’, de ideario estatista (aunque había falangistas); la tercera, la del partido único católico y, por tanto, la de la democracia cristiana." p.138.

1.7. “El franquismo y la Iglesia”, de Rafael Gómez Pérez, Rialp, 1986.

“El Gobierno de Carrero como presidente, en junio de 1973, deja sólo a López Rodó, como ministro de Asuntos Exteriores. Más tarde, con Arias Navarro, será ministro el falangista Herrero Tejedor, miembro también del Opus Dei”. p. 237-238.

1.8. “ Lecciones de Historia Reciente de España: Franquismo y Transición democrática ”, de VV.AA. Centro de Estudios de Humanidades, Las Palmas de Gran Canaria, 1993. Se cita el capítulo de Manuel Ferrer Muñoz, del Centro de Estudios de Humanidades (pp. 77-79)

“La tendencia a la simplificación ha llevado a algunos analistas políticos y –lo que es peor- a bastantes historiadores a explicar los cambios ministeriales que se producen entre 1957 y 1975 mediante la supuesta pugna entre el llamado grupo del Opus Dei y los falangistas. El fundamento para esa interpretación estribaba en que personas como Ullastres, Navarro Rubio, López Rodó, López Bravo, Espinosa, García Moncó y Mortes, que sirvieron como ministros, pertenecían efectivamente al Opus Dei.

Se olvidaba, en cambio, que sus carreras políticas eran muy diversas; que procedían de equipos diferentes; que había falangistas –como Herrero Tejedor- que también eran miembros del Opus Dei, y que simultáneamente encontramos en la oposición a personalidades del Opus Dei, como Antonio Fontán o Rafael Calvo Serer, que no ahorraban críticas al régimen desde el diario Madrid. Esto sin detenernos a referir otros casos, como los de Antonio Herrero Losada (de la Agencia Europa Press) o Andrés Garrigó (de la Gaceta Universitaria), miembros del Opus Dei que mantenían posiciones muy distantes con respecto al régimen. Sin salirnos del ámbito periodístico, los ejemplos podrían multiplicarse: Carlos Soria, José Luis Cebrián, Juan Pablo Villanueva... Por lo demás, parece arriesgado atribuir las combinaciones ministeriales de aquél período, que afectaron a 53 personas de muy diversas procedencias, en función del antagonismo entre la Falange y siete miembros del Opus Dei.

De otro lado, abundan declaraciones de los directivos del Opus Dei y de los mismos protagonistas, que niegan tajantemente la vinculación entre su pertenencia a aquella institución de la Iglesia y sus militancias políticas, que respondían a su personal libertad y responsabilidad. Y tratándose de una organización y de unas personas honorables, que además carecían de motivos para ocultar la verdad, la insistencia en esa supuesta instrumentalización sólo puede ser justificada en virtud de prejuicios muy arraigados. El profesor Tierno Galván, que sólo sacando las cosas de quicio puede ser considerado como parcial en esta materia, no tuvo inconveniente en reconocerlo así:

‘El Opus Dei es una realidad que no voy a encubrir ni a denunciar. Existen personalidades políticas instaladas en el Poder y en la Administración, mientras que otros están en la oposición, y supongo que habrá otros en el limbo (...) Dicen –seguramente con razón- que no son un movimiento dirigido por una cabeza o un cónclave, sino que no tienen otra comunidad que la espiritual y en todo lo demás son libres’ (“Don Quijote”, 31.X.1968).

La intensificación de la campaña anti-Opus Dei desarrollada por la Prensa del Movimiento en el otoño de 1966 motivó una carta personal de Mons. Escrivá de Balaguer, Fundador y Presidente General de la Obra, al Ministro Secretario General del Movimiento. Reproduzco algunos fragmentos altamente significativos:

“Una vez más repito que los socios de la Obra -cada uno de ellos- son personalmente libérrimos, como si no pertenecieran al Opus Dei, en todas las cosas temporales y en las teológicas que no son de fe, que la Iglesia deja a la libre disputa de los hombres. Por tanto, no tiene sentido sacar a relucir la pertenencia de una determinada persona a la Obra, cuando se trate de cuestiones políticas, profesionales, sociales, etc.; como no sería razonable, hablando de las actividades públicas de V.E., traer a cuento a su mujer o a sus hijos, a su familia”. (cit. López Rodó, Laureano. Memorias. vol II. p. 97)

A partir de 1967 resulta evidente el enfrentamiento de dos corrientes en los Gobiernos de Franco: una, encabezada por Solís (Secretario General del Movimiento y jefe de los Sindicatos) y por Fraga (que controlaba el Ministerio de Información y Turismo), y otra formada por el dúo Carrero-López Rodó, caracterizada con mayor o menor acierto como “tecnócrata” e identificada erróneamente con el Opus Dei: ni Carrero ni la mayoría de sus hombre (Villar Palasí, Fontana, López de Letona...) pertenecían al Opus Dei, ni la Obra se sentía representada por esas personas.

El tan traído y llevado “Caso Matesa”, que fue aprovechado en algunos ambientes para implicar al Opus Dei en cuanto tal, tuvo desenlaces muy diferentes para unos u otros de los miembros del Opus Dei que formaban parte del Gobierno: Espinosa y García Moncó cesaron en sus puestos, en tanto que López Bravo y López Rodó eran confirmados en ellos. Al lado de Solís, que estuvo en el origen del escándalo y que de modo imprevisto fue alejado del nuevo Gobierno, estaba otro miembro del Opus Dei, Herrero Tejedor. Y, para acabar de desmontar el tópico, conviene recordar que Víctor Castro Sanmartín, director general de Aduanas, que fue quien denunció el caso, también era del Opus Dei (cfr. Navarro Rubio, Mariano. ‘Mis memorias’ pp. 345-431).