Relaciones de Escrivá con los poderes establecidos

Capítulo de "El Fundador del Opus Dei y su actitud ante el poder establecido"

En todos los países que visitó a lo largo de su vida, Escrivá mantuvo esa misma distancia respetuosa con el poder civil, tanto en las relaciones formales como en las episódicas. En ocasiones se vio obligado a mantener algunos encuentros con las autoridades -siempre de carácter protocolario- por razón de su labor sacerdotal. Sucedió esto, por ejemplo, en América Latina. Visitó varios países y tuvo en ellos una serie de encuentros de catequesis en los que participaron miles de personas deseosas de escucharle. Esos encuentros adquirieron tal resonancia pública que exigieron, al menos, un gesto de cortesía mutuo.

Pero todo se redujo a esto: gestos de cortesía. Cuando estuvo en Chile, en junio de 1974, no hizo comentario alguno sobre el pasado golpe de estado que había llevado al poder a una Junta Militar presidida por el general Augusto Pinochet.

En la breve carta protocolaria que dirigió a la Junta Militar, les precisó el sentido estrictamente espiritual y apostólico de su viaje. Su estancia en Chile –les aclaraba- tenía una exclusiva finalidad: acrecentar en los que le escuchaban “el deseo de tratar a Dios, de ser mejores cristianos, y por tanto, mejores ciudadanos de sus países”.

Se encontraba enfermo, y eludió enseguida, de forma educada, cualquier encuentro personal con los miembros de la Junta, subrayando la estricta finalidad y pastoral de su viaje por tierras americanas, al margen del régimen político de cada país: “Al recibir la invitación de Vuestras Excelencias, me encuentro afectado por un ataque gripal, que me impide cualquier actividad. Deseo, de todos modos, dejar constancia de cuánto rezo, he rezado y he hecho rezar por esta gran nación, especialmente cuando se ha visto amenazada por el flagelo de la herejía marxista –hablo sacerdotalmente, la única norma de conducta de mi vida entera-; y puedo asegurar a Vuestras Excelencias que continuaré rogando a Dios Nuestro Señor, por intercesión de su Madre Santísima, para que proteja y conduzca siempre a las autoridades y al pueblo chileno hacia un mayor bienestar espiritual y social” [1] .

Ese mismo tono se aprecia en las cartas que dirigió al Presidente del Ecuador, el general Guillermo Rodríguez Lara, durante su estancia en Quito, el 13 de agosto de 1974; y la que envió al Presidente de Guatemala, varios meses después [2] .

Su actitud ante las autoridades civiles, fuera el país que fuese, fue siempre la de un sacerdote y la de un fundador de una institución de la Iglesia, que por su relieve exigía un minimum de cortesía con el poder establecido. Del mismo modo se comportaba con las autoridades eclesiásticas de los lugares que visitaba.

Lúcido siempre, era perfectamente consciente en el año 1966 del daño que suponía para la imagen del Opus Dei la falta de comprensión, por parte de importantes sectores de la opinión pública, de la situación española, que contaba con dos ministros del Gobierno que eran miembros del Opus Dei. Muchos no entendían que esas dos personas obraran bajo su exclusiva responsabilidad y que sólo daban cuenta de sus actuaciones a las autoridades políticas que les habían nombrado.

En una ocasión, hablando sobre este punto, dijo que, verdaderamente, si les hubiese sugerido a esas personas que abandonasen sus cargos se hubiera ahorrado un cúmulo de disgustos… pero eso era algo que no estaba dispuesto a hacer jamás, por coherencia con los criterios de actuación que habían presidido su vida entera [3] .

[1] Carta desde Santiago de Chile, en EF-740703-1.

[2] La enciclopedia QUID califica a este presidente ecuatoriano, que gobernó el país desde 1972 hasta 1976, de "nacionalista de izquierda y antiamericano". La carta dice así:

“Excelentísimo Señor: he recibido ayer su amable carta, con la que me desea una feliz estancia en esta querida nación del Ecuador, y me apresuro a agradecer a V.E. su atención tan afectuosa. He venido a tierras de América como sacerdote –la única razón de mi vida- y he venido a aprender: me llevo en el corazón un gran tesoro de piedad y virtudes, que aquí he admirado. No dejaré de rezar, con cariño y admiración, por este bendito país, con la certeza de que el Corazón Sacratísimo de Jesús velará con predilección por el pueblo ecuatoriano y por sus dignísimas Autoridades” ( Carta desde Quito, en EF.740813-1). [3] Testimonio de César Ortiz Echagüe Rubio, Sum 6845, citado por A. Vázquez de Prada, vol 3, p. 529: “si yo insinuase eso no respetaría su libertad y destrozaría la Obra”.

François Gondrand