Motivos para dar gracias

Nela es asistente infantil y madre de seis hijos. En este testimonio cuenta cómo en su trabajo procura encontrar en cada niño un motivo para dar gracias a Dios

Suena el despertador; son las siete de la mañana. Todavía medio dormida procuro ofrecer a Dios el día que acabo de estrenar. Por el momento solo estoy yo despierta. Oscar, mi marido, se ha marchado a trabajar a las 6:30, como siempre. Acabamos de tener nuestro sexto hijo; una niña, a la que hemos puesto el nombre de Pilar.

Son las 7:30; los dos mayores -Javier y Manuel- ya se han levantado y vestido. Javier que tiene ocho años, va preparando la mesa para el desayuno de todos. Inés e Isabel, con cinco y cuatro años, todavía necesitan un poco de ayuda para vestirse, así que les echo una mano con los cordones de los zapatos, los botones y demás. Luis, con dos años, el más dormilón, es el último en levantarse. Hoy han desayunado todos muy bien, incluso Isabel, que es a la que más le cuesta.

Julia, la persona que me ayuda un poco en la atención de los niños y de la casa, lleva a los mayores a la parada del autobús del colegio; son las 8:45. Los pequeños acuden al mismo colegio donde trabajo como Asistente Infantil, de modo que los llevo conmigo.

Son las 9:30 y comienza un nuevo día de trabajo y siempre pienso qué sorpresas me esperan, o qué contrariedades tendré que afrontar.

Estoy a cargo de 20 niños de edades comprendidas entre dos y tres años. Procuro estar atenta a ellos cada día, al mismo tiempo que estoy pendiente de Dios. Intento acercarle a todas las personas que trabajan conmigo, sobre todo con mi ejemplo, haciendo las cosas bien, buscando encontrar en cada niño un motivo para dar gracias a Dios.

A lo largo de mi experiencia profesional en estos años, he tenido la oportunidad de conocer y tratar a todos los padres de mis alumnos. Ha sido una experiencia muy enriquecedora para ellos y para mí. Nuestras conversaciones tratan sobre temas muy variados: cómo pasa el día el niño, sus pequeños problemas y caprichos, los primeros amigos. También hablamos de otros aspectos de su educación: cómo rezan con él por la noche, y cómo poco a poco le van enseñando a su hijo a conocer a Jesús y a acercarse a Él.

En ocasiones, ante la necesidad de acercar a sus hijos a Dios, los propios padres piden consejo sobre libros y documentos que pueden ayudarles, o se plantean acudir a sesiones sobre formación humana y espiritual que les ofrece el mismo colegio para los que lo desean y que les brinda una gran ayuda para su faceta de educadores. 

Cuando termino de trabajar, a las 18:00 horas, recojo a los niños y al llegar a casa merendamos todos juntos porque necesitamos reponer fuerzas.  

La jornada todavía continúa, aunque de otra manera: ahora son los deberes de los chicos, los juegos, los baños y las cenas, los que ocupan  el resto del tiempo.

El momento de acostarse es especial: todos, sin excepción, necesitan un abrazo y un beso y también sus pequeñas oraciones que piden que las recemos con ellos, sin olvidarse ningún día. Y ¿cómo no?: un cuento para los pequeños.