Calle de Luchana

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei.

Desde esta Plaza de Chamberí sale la calle de Luchana.

En el 1º piso del nº 33 de la calle Luchana que hace esquina con la calle Juan de Austria, estuvo la primera sede de la Academia DYA, impulsada por san Josemaría, desde diciembre de 1933 a junio de 1934, en el entresuelo.

Esta Academia fue la primera labor corporativa del Opus Dei.

Recordaba el Fundador el 19 de marzo de 1975, en Roma: La primer labor corporativa fue la Academia que llamábamos DYA —Derecho y Arquitectura— porque se daban clases de esas dos materias; pero significaba Dios y Audacia, para nosotros.

Hemos pasado por delante del edificio, hace poco tiempo, y el corazón me latía fuerte... ¡Cuántos sufrimientos! ¡Cuánta contradicción! ¡Cuánta charlatanería! ¡Cuántas mentirotas!... Allí me llevé unos muebles de mi madre y otras cosas que me dio una amiga de la familia, a la que llamaba Conchita la gorda.

Bajando por la calle de Luchana por la acera de la derecha, dejando a la derecha la calle Juan de Austria se llega a la calle Garcilaso.

Si el caminante recorre esta calle llega hasta la Plaza de Olavide. La Plaza de Olavide le lleva, por la calle del Jordán a la calle Cardenal Cisneros.

En esta calle Cardenal Cisneros, como en tantas otras de Madrid, ejerció el Fundador su tarea sacerdotal de atención a los enfermos y afligidos, sin importarle credos, razas o posturas ideológicas. Por la calle Cardenal Cisneros se llega hasta la calle de Eloy Gonzalo. Aquí atendió el Fundador a varios enfermos que residían en esta calle.

Tiempo después, un día de 1929 el Fundador se encontró en esta calle de Eloy Gonzalo, a las seis de la mañana, con un sacerdote desconocido, al que pidió que rezara por una intención suya. El sacerdote era Casimiro Morcillo, futuro Arzobispo de Madrid-Alcalá.

Vázquez de Prada recoge un apunte que revela que acostumbraba pedir oraciones: a religiosas y sacerdotes, a seglares piadosos, a mis enfermos, a todos ruego una limosna de oración, por mis intenciones, que son, naturalmente, la Obra de Dios y vocaciones para ella (Apuntes, n. 302); y en 1932: Sigo pidiendo oraciones hasta a personas desconocidas, religiosas p.e., a quienes abordo en la calle, solicitando de su bondad la limosna espiritual de un "padre nuestro".

Por esta calle de Eloy Gonzalo, torciendo a la izquierda, se llega hasta la Glorieta de Quevedo. En 1930 estaba en plena remodelación y no contaba con la actual estatua de Quevedo, que fue trasladada en 1960 desde la Plaza de Alonso Martínez.

Si el paseante desea conocer el primer domicilio de Josemaría Escrivá con su familia en Madrid, puede acercarse, por la calle Arapiles, y la calle Magallanes, que la corta, hasta el arranque de la calle de Fernando el Católico. En el n. 56 de esta calle, en el ático que da al nº 58, estuvo desde finales de noviembre de 1927 hasta septiembre de 1929.