Glorieta de Alonso Martínez

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei.

La calle Sagasta termina en la Glorieta de Alonso Martínez. En las inmediaciones de esta glorieta señala Répide, estaba el campamento gitano al que alude Cervantes en “La Gitanilla”. En la acera en la que se encuentra ahora el paseante hay una estatua a Manuel Alonso Martinez (1827—1891) “Estadista, Jurisconsulto, Codificador”.

Esta glorieta o plaza de Alonso Martínez fue un lugar muy transitado por el Fundador del Opus Dei, que contaba en Sao Paulo (Brasil) en 1974 que había hecho allí una oración muy intensa, después de haber atendido a un joven moribundo, al que confortó en sus últimos momentos.

Le tuve envidia. Dije: ¡éste se va al cielo! Además pensé que esas palabras le consolaban, como le consolaron efectivamente.

El Señor me premió porque fui haciendo oración desde allí abajo —aquello era un descampado— subiendo hasta Atocha y andando después hasta Santa Engracia, por la plaza de Alonso Martínez.

Probablemente los que me vieron creerían que estaba loco. Sólo después me di cuenta del camino que había hecho.

"La Mezquita"

Al otro lado de la Plaza, junto a una boca de Metro, donde está ahora el kiosko de la Plaza de Santa Bárbara, estaba un restaurante llamado “La Mezquita”, en el que se encontró Álvaro del Portillo durante la guerra civil con Álvaro González Valdés, padre de José María González Barredo, uno de los primeros miembros del Opus Dei.

Ese encuentro resultó providencial para el Fundador del Opus Dei, ya que Álvaro González le dijo a Álvaro del Portillo que Escrivá estaba refugiado en su casa, y le explicó que era un lugar inseguro, porque el portero del edificio podía delatarle si descubría su condición sacerdotal. Al oír esto, exclamó del Portillo: Pues que se venga conmigo. Y llevó al Fundador al edificio donde estaba refugiado, en casa de unos parientes, en la calle de Serrano.

De esta Glorieta de Alonso Martínez, arranca, entre otras, la calle de Santa Engracia, por la que tantas veces transitó Josemaría Escrivá . Para llegar al arranque de la calle de Santa Engracia, si el paseante se encuentra junto al kiosko, deberá dar la vuelta a la Plaza.

Escribió el Fundador el 29 de diciembre de 1931 en sus Apuntes:

Ayer por la mañana, en la calle de Santa Engracia, cuando iba yo a casa de Romeo, leyendo el cap. segundo de San Lucas, que era el que me correspondía leer, encontré a un grupo de obreros. Aunque yo iba bastante metido en mi lectura, oí que se decían en voz alta algo, sin duda preguntando qué leería el cura.

Y uno de aquellos hombres contestó también en voz alta: “la vida de Jesucristo”. Como mis evangelios están en un libro pequeño, que llevo siempre en el bolsillo, y las cubiertas forradas con tela, no pudo aquel obrero acertar en su respuesta, más que por casualidad, por providencia.

Y pensé y pienso que ojalá fuera tal mi compostura y mi conversación que todos pudieran decir al verme o al oírme hablar: éste lee la vida de Jesucristo.