Calle Farmacia

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei.

San Josemaría estuvo viviendo en el nº 2 de la calle Farmacia que debe su nombre al Real Colegio de Farmacia que da nombre a la calle, en una pensión que ya no existe, ni el edificio que la albergaba, durante los diez primeros días que pasó en Madrid al llegar en 1927. La pensión diaria en aquel tiempo era de siete pesetas.

Desde la calle Farmacia se llega hasta la calle Hortaleza. Aquí estaba el colegio de los Hermanos de las Escuelas Pías, el famoso Colegio de San Antón, que muestra en la iglesia de su convento“La última comunión de San José de Calasanz”, obra de Goya.

En los años veinte se apreciaban en el suelo los raíles de los tranvías que transitaban por esta calle, y proseguía la costumbre del siglo XVIII de acudir a esta iglesia el día de la fiesta de San Antón para la bendición de los animales y degustar los panecillos del Santo.

Este Colegio fue convertido en cárcel durante la guerra civil.

Álvaro del Portillo estuvo preso en el Colegio de San Antón, convertido en cárcel, desde el 4 de diciembre de 1936 al 29 enero de 1937. Padeció en esta prisión hambre, malos tratos, torturas psíquicas y físicas, penalidades y humillaciones.

Había una capilla —dijo años después Álvaro del Portillo, en una de las raras ocasiones en que habló de este periodo de su vida— en la que estaban encerrados cuatrocientos presos. Una vez, un miliciano comunista se subió al altar pateándolo y puso una colilla en los labios de un santo; entonces, uno de los que estaban conmigo se subió al altar y le quitó la colilla. Lo mataron inmediatamente por haber hecho eso. Era un odio a la religión increíble. Pues hay que saber perdonar.

Yo no había intervenido en ninguna actividad política —precisó Alvaro del Portillo en la isla de Cebú, en enero de 1987—- (...) y me metieron en la cárcel, sólo por ser de familia católica. Entonces llevaba gafas, y alguna vez se me acercó uno de los guardas —le llamaban Petrof, un nombre ruso—, me ponía una pistola en la sien y decía: tú eres cura, porque llevas gafas. Podía haberme matado en cualquier momento. (...) Fue algo tremendo.

En esta cárcel estuvo también, a partir del mes de noviembre de 1936, procedente de la Cárcel Modelo, José María Hernández Garnica, uno de los primeros sacerdotes del Opus Dei.