Templo de Santa Teresa y San José

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei.

La acera se ha convertido ahora en un pequeño paseo peatonal. Si el paseante baja hasta la acera más próxima a los edificios de su izquierda, llegará hasta el cercano templo de Santa Teresa y San José

Escribió San Josemaría en sus Apuntes el 26 de febrero de 1932, como vivía esas devociones en la intimidad de su alma:

Ahora voy directamente al Padre, a Jesús, al Espíritu Santo, a María. Esto no quiere decir que no tenga devociones (S. José, los Ángeles, las ánimas, Domingo, José de Calasanz, D. Bosco, Teresa, Ignacio, Xavier, Teresita, Mercedes, etc...), pero mi alma, indudablemente se simplifica.

Este templo de Santa Teresa de Jesús, de estilo neogótico con rasgos modernistas, fue inaugurado en 1928 y sufrió serios daños durante la quema de conventos del 11 de mayo de 1931. La fachada actual con almenas que evocan el libro de Las Moradas de la Santa de Ávila, y el propio templo, son una reconstrucción del anterior.

San Josemaría acudía con cierta frecuencia en los años treinta a esta iglesia, llamada popularmente de los Carmelitas de la Plaza de España.

Solía conversar con fray Gabriel de la Sagrada Familia, un hermano lego carmelita, que murió fusilado durante el conflicto bélico.

Fray Gabriel de la Sagrada Familia

El 7 de noviembre de 1940, san Josemaría evocó la figura de Fray Gabriel, durante el curso de retiro que predicó a los seminaristas de Valencia. Uno de los oyentes tomó estas notas de su predicacion:

"Había un fraile lego, fray Gabriel, que se encontraba de portero en un convento. El director de los Ejercicios [esto es, san Josemaría] dice que frecuentemente iba a visitar el monasterio y gozaba de hablar con aquella alma entregada en manos de Dios Nuestro Señor.

Desde la portería se podía pasar a la iglesia por una puertecita que había. El lego, con bastante frecuencia, la abría y miraba hacia el Sagrario. Reflejaba el amor que ardía en su corazón. Deseó ver la celda del fraile, luego de recorrer unas dependencias.

En la pared había una imagen del Salvador, un cromo que representaba el Ecce Homo.

Sobre ella había hecho con cañas un rústico marco y las había entrecruzado a manera de reja. No entendí. Después, al fijarme en él y verle todo colorado, entendí lo que quería manifestar: le daba la impresión de ver preso a Jesús, de verle prisionero por nuestro amor.

Sus fervores eran consolar a Cristo prisionero. Y se lo pagó con la gracia del martirio".

Escribió en sus Apuntes San Josemaría el 30 de diciembre de 1931:

Hoy me llevé el “Niño de Santa Teresa”. Me lo dejaron las Madres Agustinas. Fuimos a felicitar las Pascuas a Fray Gabriel, en los Carmelitas. El hermanito se alegró y me regaló una estampa y una medalla.