Hay que poner a Cristo en la cumbre

En Guadalajara, el Prelado del Opus Dei se reunió con familias provenientes de todo el occidente del país, desde Tijuana hasta Colima, y de ciudades de Michoacán.

El domingo 2 de agosto de 2009 Mons. Javier Echevarría se encontró con una entusiasta multitud que lo aguardaba en la Arena VFG. Antes de su llegada, un grupo de mariachis amenizó el ambiente con canciones de amor humano que san Josemaría, Fundador del Opus Dei, solía cantar “a lo divino”. Las notas de La Morenita y Chapala se repitieron varias veces durante la mañana.

El Prelado entró al recinto a las 12 y tras agradecer la presencia de todos, dirigió el rezo del Ángelus. Sus primeras palabras fueron para comentar la visita que días antes hizo a la Basílica de Guadalupe, donde había puesto a sus hijas, a sus hijos y sus intenciones en el regazo de la Santísima Virgen. Y recordó que san Josemaría deseaba morir –y de hecho murió– viendo una imagen de la Virgen y que ella le diera una flor: “Vamos a pedirle a ella (a la Virgen de Guadalupe) que nos sostenga en la vida para que de verdad, nuestra vida sea una rosa diaria que podamos presentar al Señor”.

Cuando Mons. Echevarría llegó a la tertulia, se encontró con Micaela Jiménez, una hija suya de 110 años, quien le saludó con gran afecto.

Mons. Echevarría añadió: “Yo le llevé vuestra vida. La vida de todo México. La vida de toda la humanidad. Y sí, sentí que esta Madre del Cielo nos da muchos apapachos… si queremos. Porque como pasa con los niños, a veces queremos ser autónomos y nos apartamos del cuidado de esta Mamá que tanto nos ama. […] Y le di tres besos diciéndole: llévaselos a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, para que nosotros tengamos conciencia de lo que significa esa misericordia de Dios que quiere vivir con nosotros”.

Durante la tertulia, la gran mayoría de las preguntas que le hicieron se centró en distintos aspectos de la vida familiar y social: la educación; la responsabilidad social; la formación de los padres de familia; cómo compaginar el trabajo con la vida de familia, las implicaciones de la moda; etcétera.

Mons. Echevarría animó a los esposos a ser el camino de santidad para sus cónyuges, a cuidar las cosas pequeñas para mostrar el cariño, a perdonar y a no discutir frente a los hijos. También habló de la oración –a la que calificó como “quitapesares”-, de la devoción a Don Álvaro del Portillo y de la confesión.

Lucía, madre de familia, le preguntó sobre la formación de los hijos en responsabilidad social y le presentó al sacerdote del lugar donde un grupo de familias desarrolla una intensa promoción rural, quien para llegar a la tertulia viajó veinte horas por caminos muy difíciles. Mons. Echevarría le agradeció especialmente el cuidado del Santísimo Sacramento: “Hay que poner a Cristo en la cumbre y en esos pueblitos. ¡Al Señor en la cumbre de todo!”, exclamó.

A Carlos, un mecánico electricista que le preguntó cómo hacer apostolado en su ambiente, le recomendó que aprovechara los pocos momentos de trato con sus clientes para facilitar el encuentro con Dios, a un simple “muchas gracias” agregar un “además he rezado por usted en la Santa Misa”, o “muchas gracias, y he pedido a su ángel custodio que le ayude en la jornada de hoy […] o muchas gracias y le pido que ofrezca las pequeñas molestias que pueda tener por mi esposa y por mí y por mis hijos” .

Antes de impartir la Bendición al final de la tertulia, Mons. Echevarría nos animó: “¡Hala, todos a hacer México!”

Visita a la Basílica de Zapopan

Un día después del encuentro con las familias, el Prelado del Opus Dei visitó la Basílica de Zapopan. Mons. Echevarría rezó durante veinte minutos frente a la Virgen, a quien se tiene gran devoción en esta tierra y a quien también visitó el Siervo de Dios Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría, en un viaje pastoral en 1983.