Calle del Codo y Casa de los Lujanes

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei.

Se prosigue adelante hasta llegar a la curiosa Calle del Codo, que termina en la Torre y Casa de los Lujanes. Son las dos edificaciones medievales más importantes del Madrid del siglo XV.

La portada de la Casa de los Lujanes es de estilo gótico civil. En la actualidad es sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

La leyenda popular imagina que el rey de Francia Francisco I estuvo preso en esta Torre de los Lujanes. En realidad residió en el antiguo Alcázar, hoy Palacio Real.

En la Plaza de la Villa, primer centro del Madrid cristiano, se encuentra la Casa de la Villa, hoy sede del Ayuntamiento de Madrid. Es Casa Consistorial desde 1619. Juan de Villanueva anexionó a este edificio el balcón que mira hacia la calle Mayor, para que la reina pudiera presenciar la procesión del Corpus.

En los años treinta esta plaza estaba totalmente ajardinada, con el monumento a Álvaro de Bazán en el centro.

La Plaza está presidida por una escultura de Álvaro de Bazán, obra de Mariano Benlliure, Marqués de Santa Cruz, que se levantó en 1888, en el tercer centenario de la muerte del marqués. A su título aluden los versos del pedestal:

Rey servido y Patria honrada

dirán mejor quién he sido,

por la Cruz de mi apellido

y por la Cruz de mi espada.

Si se tuerce por la Calle Mayor, a la derecha, el paseante encontrará, pocos metros más abajo, en dirección a la Puerta del Sol, esta placa sobre uno de los muros: Aquí vivió y murió D. Pedro Calderón de la Barca.

Regresando a la Plaza de la Villa se puede admirar en ella la fachada del antiguo Palacio de Cisneros, de estilo plateresco, construido por Benito Siurana de Cisneros, sobrino del Cardenal Regente.

Estas calles y plazas céntricas de Madrid -aunque no se sabe exactamente cuáles- fueron el escenario de la oración de san Josemaría, que escribía el 22 de septiembre de 1931:

Estuve considerando las bondades de Dios conmigo y, lleno de gozo interior, hubiera gritado por la calle, para que todo el mundo se enterara de mi agradecimiento filial: ¡Padre, Padre!

Y -si no gritando- por lo bajo, anduve llamándole así (¡Padre!) muchas veces, seguro de agradarle.

Otra cosa no busco: sólo quiero su agrado y su Gloria: todo para El. Si quiero la salvación, la santificación mía, es porque sé que El la quiere. Si, en mi vida de cristiano, tengo ansias de almas, es porque sé que El tiene esas ansias.

De verdad lo digo: nunca he de poner los ojos en el premio. No deseo recompensa: ¡todo por Amor!

Prosiguiendo por la calle Mayor, en dirección opuesta a la Puerta del Sol, el paseante se encuentra primero, a la izquierda, con el Palacio de Cañete y luego, con el Palacio del Duque de Uceda, actual Capitanía General. En este lugar residía Carlos V durante sus estancias en Madrid, en la antiguas casas de Porras y Vozmediano.

Frente a este palacio, desde la calle Mayor, arranca, a la derecha la calle de la Almudena. Esta pequeña calle, en la que se puede admirar una escultura de tamaño natural, de Salvador Fernández—Oliva, se llamaba anteriormente calle del Camarín de Santa María.

Aquí tenía su casa la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza, arrestada por orden de Felipe II en 1579;y aquí fue asesinado el 31 de marzo de 1578, noche del lunes de Pascua, Juan Escobedo, secretario de don Juan de Austria. En esta zona estaba la antigua iglesia de Santa María.

La calle de la Almudena conduce a los jardines de Larra, frente a la Catedral de la Almudena. El paseante encuentra un busto de este periodista y escritor costumbrista (1809—1837) a la derecha, en los jardines.

Subiendo un tramo de la calle Bailén se llega hasta el paso de peatones por el que se puede acceder a la Catedral de la Almudena.