Por la calle de Puñonrostro hasta el convento de las Jerónimas

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei.

El paseante sale del templo madrileño y tuerce por la calle de Puñonrostro, en un costado de la Basílica de San Miguel. En esta calle de Puñonrostro se encontraba la casa de Fernando del Pulgar, cronista de los Reyes Católicos.

Desemboca esta calle en la Plaza del Conde de Miranda, donde está el convento de las monjas Jerónimas del Corpus Christi, de fachada roja. Este convento de llama popularmente de las Carboneras porque la imagen de la Inmaculada que se venera en la iglesia fue encontrada en una carbonería y donada al convento por Fray José de Canalejas.

Se fundó este convento durante el reinado de Felipe III, a comienzos del siglo XVII. La fundadora fue doña Beatriz Ramírez de Mendoza, condesa de Castellar. Quiso construirlo para que su hija fuera la primera prelada de las treinta monjas jerónimas que profesaron aquí el 27 de septiembre de 1605.

Un Privilegio Papal permite la Exposición del Santísimo en esta iglesia durante las Cuarenta Horas.

La custodia que se guarda en este convento para honrar a Jesús Sacramentado es una obra maestra de la orfebrería madrileña. El cuadro central del retablo, La última Cena, es de Vicente Carducho. El retablo de altar mayor es de Antón de Morales, que lo talló entre 1622 y 1625.

En los años treinta el Fundador del Opus Dei solía hacer habitualmente una visita al Santísimo en esta iglesia, antes y después de acudir al Obispado.

San Josemaría enseñó a miles de personas esta fórmula de la Comunión espiritual, que había aprendido en su infancia:

Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los Santos.