Al llegar a la calle de Atocha se puede contemplar, desde la acera, un azulejo de la Inmaculada Concepción que está en el ático de la casa nº 109 de la calle de Atocha. Allí estaba la Congregación de San Felipe, que atendía a enfermos del cercano Hospital.
El Fundador tenía gran piedad por esta representación de Nuestra Señora, a la que invocaba habitualmente desde esta calle de Atocha desde 1931.
Está muy arraigada en Madrid la devoción a la Virgen, y en concreto a la Inmaculada Concepción. A mediados del siglo XVI, según Jerónimo de la Quintana, la ciudad contaba con setenta y tres templos, de los cuales treinta y cuatro estaban dedicados a la Virgen y nueve a la Purísima Concepción.
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