En la Empresa Municipal de Transportes de Madrid

Julián Campos es carpintero de la EMT desde 1988. Trabaja ahora en las cocheras de la calle O'Donnell y nos explica que el buen ambiente de compañerismo en el trabajo permite que se dé un buen servicio al usuario.

Tiene 53 años recién cumplidos, y pertenece al Opus Dei desde 1975. A los catorce años eligió entre ponerse a trabajar y ponerse a trabajar, "y me puse a trabajar: comencé haciendo muebles en general, luego me especialicé en mobiliario de cocina, luego entré en una empresa de muebles de oficina, luego hice puertas blindadas... hasta que entré en la EMT"

¿Tienen mucha madera los autobuses?

"Los coches tienen más madera de la que parece. Todo el suelo lleva madera y luego sintasol. Mi trabajo consiste en arreglar los desperfectos que se van produciendo en el suelo con el uso y el desgaste. Bueno, también hago otros arreglos menudos; incluso enseño a poner la madera y el sintasol a compañeros de otras cocheras".

"Además de esta cochera de O'Donnell, en la que tenemos unos 400 coches, en Madrid hay otras cuatro: en Entrevías, en Carabanchel y dos en Fuencarral. Aquí trabajamos mecánicos, electricistas, chapistas, carpinteros, jefes de equipo e ingenieros... para servir al usuario. La verdad es que nos llevamos muy bien. Hay un ambiente de compañerismo total que se traduce luego en que las personas puedan ir cómodamente en los coches".

¿Tus compañeros saben que eres del Opus Dei?

"Pues claro. Mis compañeros, mis jefes, mis amigos, mi familia... Eso no se puede ocultar: procuras hacer la vida agradable a la gente, procuras trabajar mucho y bien, y también les ofreces tu ayuda o la asistencia a algún retiro espiritual en Tajamar... Lo que sea. Tengo además la estampa de San Josemaría en el tablón de pedidos de mi taller. También yo recibo mucho de mis compañeros. Recientemente han fallecido mis padres y me he sentido muy acompañado."

"Por cierto, que dentro del dolor de unos momentos así, he tenido la satisfacción de ver cómo los dos, mi madre primero y luego mi padre, se acercaban a los sacramentos. No habían sido personas particularmente practicantes de su fe; pero a última hora Dios ha tenido la delicadeza de acercárseles más, y ellos han muerto confortados, también por el cariño de todos sus hijos, no sólo de mi compañía, ya que yo he vivido con ellos hasta el final, llenando la casa de barandillas con mi arte de carpintero a medida que aumentaban sus necesidades. Han fallecido con una diferencia de unos meses, primero mi madre con 82 y luego mi padre con 87".