UN CAMBIO REPENTINO

“La herencia de Mons. Escrivá de Balaguer”, escrito por Luis Ignacio Seco.

Mi familia paterna era de carácter laicista e iluminista, y desde niño consideraba la religión y sus planteamientos como ridículas supervivencias de una civilización ya superada. A los veinte años conocí el Opus Dei e inicié una larga marcha de aproximación al Señor, que duró años en medio de crisis y de dudas, determinadas siempre por mi antigua convicción de que la cultura es la medida de todas las cosas, y el hombre de cultura, lo único que tiene algún valor. Con los años, estas dudas crecieron y abandoné casi completamente toda práctica religiosa y mis relaciones con la Obra.

Pasado el tiempo, reanudé repentinamente algunas prácticas de piedad que la Obra me había hecho conocer. Sin embargo, me dominaban aún las más extrañas contradicciones; por ejemplo, iba a Misa todos los días, menos los domingos, pues rechazaba toda imposición; y era muy crítico con respecto al Magisterio.

La muerte de Mons. Escrivá me removió hasta el punto de comprender lo insensata y ridícula que era mi actitud. Mis desviaciones doctrinales desaparecieron de repente: todo cuanto había sido sembrado veinte años antes sobre un terreno particularmente árido por un orgulloso intelectualismo, floreció milagrosamente.