Cinco horas romanas

“La herencia de Mons. Escrivá de Balaguer”, escrito por Luis Ignacio Seco.

Este mismo amor y espíritu de servicio a la Iglesia y al Papa se palpaban el 15 de enero de 1984, cuando Juan Pablo II, acompañado por el Cardenal Vicario, Ugo Poletti, y el Obispo auxiliar del sector, Mons. Plotti, visitó el Centro ELIS. El Vicario de Cristo –como ya dije– no sólo celebró una Misa al aire libre para miles de habitantes del Tiburtino, sino que recorrió detenidamente las instalaciones, se entretuvo con los catequistas de la parroquia de San Juan Bautista al Collatino, etc. Miguel Castellví estuvo presente, y lo ha contado de este modo:

«El hombre estaba en el campo de fútbol, donde poco después Juan Pablo II iba a celebrar la Misa para los habitantes del Tiburtino, uno de los barrios más populares de Roma. Sentado en su silla de tijera, como ensimismado, absorto a pesar del bullicio general. Era uno entre tres mil. Se le veía muy emocionado. Me dirigí a él. "¡Si usted hubiera visto esto hace unos años...!", dijo. "¡Cómo ha cambiado este barrio!".

»La fama del ELIS es merecida: el 95 por 100 de los alumnos consiguen colocación en el plazo de un año. No sólo esto, dicen los responsables del centro, sino que hay fábricas que "fichan" con anticipación a los jóvenes que siguen los cursos. Es el caso de la Selenia, una empresa electrónica, o la Alitalia. Un profesor me cuenta la siguiente anécdota: "Un ex alumno hizo una prueba en Alitalia. El jefe del taller, que no lo conocía, le encargó que hiciese una pieza. Cuando se la entregó le dijo: ¿Tú has estudiado en el ELIS? Me he dado cuenta porque has acabado bien tu trabajo, recogiendo las herramientas y dejando todo en su lugar".

»Y la práctica, la realidad, era aquel hombre emocionado que me hablaba del cambio en el barrio y en su vida, los millares y millares de personas que seguían en silencio la ceremonia litúrgica en la tarde romana teñida de rojo por el atardecer, las continuas confesiones –"como se veían en Polonia", decía un periodista–, los treinta monaguillos que realizaban sus cometidos con precisión germánica –aunque al final de la Misa demostraron que eran bien romanos cuando les saludó el Papa–, la Cruz pectoral que los alumnos del ELIS realizaron y regalaron al Papa –de plata con cinco brillantes, y la imagen de la Virgen de Czestochowa grabada– y que el Papa, después del ofertorio, quiso colocarse bajo los ornamentos sagrados.

»Todo, fruto de este trabajo de los miembros del Opus Dei que, como dijo Monseñor Álvaro del Portillo en su saludo a Juan Pablo II, "se esfuerzan en poner en práctica dos aspectos del apostolado del Opus Dei en todo el mundo: la colaboración con el trabajo pastoral de las diócesis, y el desarrollo de múltiples actividades formativas, dirigidas a personas de todas las condiciones sociales, sin excluir a nadie".

»Estas palabras fueron pronunciadas durante la reunión que Juan Pablo II mantuvo con el Prelado y el Vicario General del Opus Dei, y con los 32 vicarios regionales que se encontraban en Roma para unos días de estudio en la Sede Central de la Prelatura. "Provienen de todos los ángulos de la tierra", dijo Monseñor del Portillo. "Cada uno representa en su nación al Prelado y lleva sobre sus hombros la responsabilidad del trabajo de formación y promoción apostólica de todos los fieles de la Prelatura al servicio de las iglesias locales. Han trabajado junto a mí en estos días en comunión con Vuestra Santidad, hemos rezado y estudiado intensamente. Ahora, .cada uno se prepara a llevar a su país la unidad de espíritu en la que todos los fieles de la Prelatura están vocacionalmente llamados a servir a la Iglesia. Coincidiendo el fin de su convivencia con la feliz ocasión de la jornada de hoy, pido a Vuestra Santidad, en nombre de todos ellos, la paternal bendición apostólica con la seguridad de que alcanzará espiritualmente, a través suyo, a todos los miembros del Opus Dei".

»Juan Pablo II, que durante la homilía de la Misa había dirigido un especial saludo a los miembros y sacerdotes de la Obra y al Prelado, Monseñor Álvaro del Portillo, "que ya como colaborador del Fundador, el Siervo de Dios, Josemaría Escrivá de Balaguer, contribuyó a la realización de esta parroquia y del Centro Internacional ELIS", respondió al saludo de Monseñor del Portillo con unas palabras improvisadas y car gadas de significado "Que seáis cada vez más Opus Dei y que hagáis el Opus Dei en todas las direcciones del mundo humano y creado. Quizá en esta fórmula se encuentra la realidad teológica y la naturaleza de vuestra vocación en esta época de la Iglesia en que vivimos y en la que habéis sido llamados por el Señor".

»El Papa, que había llegado a la parroquia de San Giovanni a las cuatro de la tarde, todavía tuvo tiempo para saludar a las alumnas de la Escuela Hotelera, SAFI, y para reunirse con dos mil jóvenes del barrio. El Papa se divirtió de lo lindo con la explosión de entusiasmo que estalló en el gimnasio a su llegada, y con las canciones y los testimonios de vida cristiana y apostolado, concluyó su visita al Tiburtino diciendo a los jóvenes: "En vosotros se aprecian bastante bien los elementos de las siglas del Centro ELIS: Educación –sí, sois bastante educados–; Trabajo, ciertamente; Instrucción –veo bastantes profesores– y Deportes, también, porque estamos en un campo de baloncesto. Os quiero llamar la atención sobre dos cosas: en las anécdotas que me habéis contado se aprecia siempre un elemento del testimonio fundamental, la fuerza de Cristo. Continuad así. Y, además, la Iglesia ha valorado siempre la música, el canto –¡cuánta riqueza en los cantos litúrgicos, en los villancicos populares!–. Pues vosotros tenéis que llevar el testimonio, el apostolado de la guitarra. Que continuéis con el testimonio de Cristo, siendo modernos. Debéis ser los apóstoles de vuestra generación, porque lo haréis mejor que nosotros, que somos de otra época". A esto miles de voces contestaron: "¡Noooo!". El Papa, que pidió a los jóvenes que se preparasen para el Jubileo de la Juventud y que ayudasen también a sus amigos a prepararse terminó con "Allora, forza!" ("¡Ahora, adelante!"). Un aplauso atronador le despidió mientras salía para dirigirse a su coche». –

Quedaba descrito así el espíritu del Centro ELIS y el de las labores apostólicas que el Opus Dei impulsa en todo el mundo, de acuerdo con las circunstancias y características de cada tiempo y lugar. En la misma Roma funcionaban ya entonces el Club Internazionale, para muchachos; el Studio Club y el Tain Club, de formación profesional y básica para chicas; la RUI (Residenza Universitaria Internazionale), con numerosos estudiantes del Tercer Mundo; el Centro Romano di Incontri Sacerdotali, al que acuden sacerdotes de los cinco continentes; Villa delle Palme, colegio universitario femenino... En el caso del Centro ELIS se trataba de un encargo concreto de Juan XXIII, quien había facilitado los medios iniciales que Pío XII destinara a «una obra social», pero lo normal es que estas labores apostólicas surjan en todas partes por iniciativa de miembros del Opus Dei y de otras personas que quieran ayudar, sin acepción de raza, cultura o religión. «Son obras –como decía Mons. Escrivá de Balaguer– de promoción humana, cultural, social, realizadas por ciudadanos que procuran iluminarlas con las luces del Evangelio y caldearlas con el amor de Cristo (...) Actividades con fines espirituales y apostólicos, en las que se procura trabajar con esmero y con perfección también humana... ».