Juan Pablo II en el Centro ELIS

“La herencia de Mons. Escrivá de Balaguer”, escrito por Luis Ignacio Seco.

Enero de 1984.

Lo habían escrito los periódicos en los días precedentes. Juan Pablo II va a realizar una visita pastoral noticiable, tanto porque el Tiburtino, en Roma, tiene fama de barrio difícil, cuanto porque allí se encuentra un Centro del Opus Dei, el ELIS, y una parroquia confiada a sacerdotes de la Prelatura.

Poblado en pocos años por más de treinta mil personas llegadas en aluvión de otras regiones más pobres, el Tiburtino es un barrio de edificios baratos. Sus habitantes son, en un 80%, familias de obreros, de mayoría comunista, donde el paro, la droga y la delincuencia constituyen un grave problema.

Pero la parroquia y los Centros de la Obra han sido en estos años un aglutinante de la buena voluntad, una realidad del barrio y para el barrio, querida y respetada por todos. Y el barrio entero se volcó con el Papa en aquella tarde de enero.

«Deseo dirigir un particular saludo –dijo Juan Pablo II en la homilía de la Misa que celebró ante miles de personas–, a los directores y alumnos del Centro ELIS, los cuales, con su obra de promoción humana y social, hacen fecundo el terreno de todo el barrio, de modo que allanan el camino a la acción pastoral de la parroquia. Este Centro es un claro testimonio del interés de la Iglesia por las clases trabajadoras. Como dijo Pablo VI el día de la inauguración, ésta "es una obra del Evangelio, es decir, enteramente encaminada al beneficio de quienes la frecuentan. No es un simple albergue, ni un simple taller, ni una simple escuela, ni un campo deportivo cualquiera: es un Centro donde la amistad, la confianza, la alegría forman la atmósfera; donde la vida tiene una dignidad, un sentido, una esperanza; es la vida cristiana, que aquí se afianza y desarrolla (...)" ».