Un libro de un historiador alemán

“La herencia de Mons. Escrivá de Balaguer”, escrito por Luis Ignacio Seco.

El Prof. Petcr Berglar enseña historia en la Universidad de Colonia desde 1971, es hijo de periodista y escritor, y ha publicado, entre otras, una monografía sobre Metternich. Le hemos preguntado sobre el Opus Dei y su Fundador.

–He escrito un libro sobre Mons. Josemaría Escrivá, aunque no le conocí personalmente. Desde luego es algo arriesgado, y quizá convendría explicar cómo llegué a conocerle: no personalmente, ni tampoco a través de sus escritos, en la teoría, sino a través de sus hijos espirituales, los miembros de la Obra. Me encontré con gente llena de buen humor, de alegría en el trabajo y derrochando amabilidad, lo que –tanto en mi impresión subjetiva como objetivamente– les distinguía con ventaja del clima de malhumor tan extendido...

Los de la Obra han sido para mí como espejos, en cada uno de los cuales se reflejaba Mons. Escrivá de Balaguer. Y al mirar en esos espejos, uno siente muy pronto ganas de volverse hacia aquel que te contempla y te habla desde el espejo.

–¿Por qué se ha interesado usted por la figura del Fundador del Opus Dei?

–El que yo, que soy historiador, me haya propuesto un trabajo así, que no entra directamente en mi campo de la historia moderna, se comprende porque Josemaría Escrivá de Balaguer es ciertamente una de las grandes figuras, no sólo de la historia del siglo XX, sino de la historia de los tiempos modernos. ¿Por qué? Porque ha sido un renovador de la vida cristiana, uno de esos renovadores que son enviados una y otra vez a la Iglesia del modo y en el momento en que le hacen falta. Y la renovación consiste en que ha liberado a los cristianos de la escisión entre sentir por una parte el anhelo de Dios y de seguir a Cristo y por otra parte el haberse acostumbrado a pensar, durante siglos, que esto no era posible para un hombre corriente, metido en la vida cotidiana. Se había abierto un foso entre cristianos de primera y de segunda clase, es decir, entre cristianos, a quienes se suponía con fuerzas para conseguirlo, porque eran sacerdotes o religiosos, y la gran mayoría de los demás, que podían ser también cristianos cumpliendo ciertas exigencias mínimas. El Fundador del Opus Dei hasalvado este foso. Lo expresa de modo gráfico al decir que hay que aprender a realizar el trabajo de Marta con el espíritu de María.

–¿Qué rasgo de su personalidad le gustaría resaltar?

–Que lo que dice Mons. Escrivá hay que tomarlo absolutamente al pie de la letra. No hablaba por hablar, no afirmaba algo para retractarse luego con un «eso no lo decía en serio». Lo que dice debe tomarse en un sentido existencial. Nosotros corremos siempre el peligro de que ciertas palabras se nos conviertan en tópicos, por ejemplo el considerar el Opus Dei como familia. El carácter familiar de la Obra, oímos decir. O la universalidad de la Obra. O cuando su Fundador dice «omnia in bonum», todo es para bien... Hay que convencerse de que cada una de estas palabras contiene una afirmación de alcance existencial. Por ejemplo, cuando habla de la Obra como familia no usa una metáfora o una alegoría; quiere significar que la Obra es, en gran escala, una familia de lazos sobrenaturales que posee exactamente las mismas estructuras y las mismas normas de vida que una pequeña familia en el sentido biológico, social. Y cuando dice yo soy, para los miembros de la Obra, padre y madre, hay que tomarlo igualmente al pie de la letra, no como una bonita metáfora. Quiere dar a entender: yo soy padre porque oriento, enseño, dirijo a mis hijos en el Opus Dei. Pero soy también madre porque les amo con la ternura de una madre y porque les he engendrado de mi propio ser con oración y sacrificio, les he dado a luz.