El primer centro de mujeres

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

Desde la semana de estudio del mes de agosto de 1941 hasta el verano siguiente, la labor del Opus Dei con mujeres no parecía avanzar mucho. Al igual que sucedió años atrás con los hombres, muchas se entusiasmaban e incluso manifestaban su interés en pertenecer al Opus Dei. Pero al poco, ante la realidad del sacrificio que se pedía a los miembros de la Obra, perdían la ilusión y se marchaban. De las mujeres que pertenecían al Opus Dei en 1942, las únicas en quienes Escrivá se podría apoyar de verdad fueron Ortega y Botella en Valencia, Guzmán en León, y Fisac en Daimiel.

Había dificultades para poner sólidos cimientos en el apostolado con mujeres, pero eso no impidió que a comienzos de 1942 se buscara una casa para el primer centro de mujeres de la Obra. Madrid había sufrido considerables daños durante la guerra y, como consecuencia, había un serio problema de falta de viviendas. Sin embargo, en junio de 1942 se descubrió una casa adecuada: se trataba de un chalet de dos pisos en la calle Jorge Manrique. A mitad de julio, Ortega y Guzmán se trasladaron allí, aunque prácticamente no tenían muebles. Durante los primeros días, Carmen Escrivá pasaba con frecuencia para ayudarlas a instalarse.

De regreso de los dos cursos de retiro que predicó a sacerdotes en Segovia, Escrivá visitó el nuevo centro. Insistió en la necesidad de ser fuertes y valientes, a la par que amables y cariñosas hacia los miembros de la Obra. Les dijo que sus oraciones y demás actos de piedad deberían ser siempre cordiales.

Meses después Escrivá mostró a las residentes del centro una larga lista con algunas de las actividades apostólicas que esperaba que las mujeres del Opus Dei emprendieran en el futuro. Llevarían a cabo esas actividades además de la administración doméstica de los centros de la Obra y del apostolado personal con sus amigas y compañeras. Les explicó: “Ante esto, se pueden tener dos reacciones: una, la de pensar que es algo muy bonito, pero quimérico, irrealizable; y otra, de confianza en el Señor que, si nos pide todo esto, nos ayudará a sacarlo adelante. Espero que tengáis la segunda” [1] .

Este reducido grupo de mujeres que pertenecía al Opus Dei a finales de 1942 poco podía mostrar al mundo, pero compartía la fe de Escrivá en que Dios quería que el Opus Dei se realizara. Esa convicción y su espíritu de sacrificio contribuyeron decisivamente al desarrollo de las actividades apostólicas del Opus Dei con mujeres en los años siguientes.

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El crecimiento y la expansión del Opus Dei en los años de posguerra se produjeron en medio de fuertes críticas, provenientes de dentro y fuera de la Iglesia. Esta “contradicción de los buenos”, como la llamó Escrivá, fue, con mucho, una prueba más amarga que la sufrida durante la Guerra Civil.

[1] AGP P02 1978 p. 977