Mayores responsabilidades para los primeros

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

Hasta el final de la Guerra Civil, Escrivá se ocupó personalmente de la formación espiritual de todos los hombres del Opus Dei. Habitualmente no les confesaba, por respeto a su libertad; en esa época él era el único sacerdote del Opus Dei. Al no atender sus confesiones, no se ataba las manos para dirigir el Opus Dei y sus actividades, ya que no tenía que preocuparse de si alguna de sus indicaciones traslucía o no lo que hubiera oído en confesión. Pero los miembros de la Obra pronto adquirieron la costumbre de hablar con él brevemente cada semana sobre su vida espiritual y el apostolado.

El crecimiento de la Obra después de la Guerra Civil, la dispersión geográfica de sus miembros y el hecho de que obispos de toda España llamaban a Escrivá para predicar ejercicios espirituales a los sacerdotes de sus diócesis, le impidió seguir impartiendo dirección espiritual de forma regular a todos los de la Obra. A comienzos de 1940, del Portillo y los más antiguos del Opus Dei se empezaron a encargar de la formación y dirección espiritual de los nuevos que iban llegando.

Algo similar sucedió con los círculos de San Rafael. A mediados del curso 1939-1940, asistían más de cien estudiantes. Como el tamaño de cada grupo era reducido Escrivá daba entre 15 y 20 clases semanales de cuarenta y cinco minutos. Además, debía predicar meditaciones y retiros, impartir dirección espiritual a un gran número de personas y dirigir las demás actividades del Opus Dei. A comienzos de 1940 decidió que ya había llegado la hora de que otros asumieran la tarea de dar los círculos.

Los miembros en quienes recayó este encargo lo recibieron con un poco de nerviosismo. Eran laicos y, en muchos casos, todavía no habían recibido mucha formación sistemática sobre el espíritu de la Obra o sobre teología. Además, bastantes apenas eran mayores que la gente que asistía. Sin embargo, con el material que les proporcionó Escrivá y su ayuda para preparar las primeras clases, se encontraron con que el número de participantes en los círculos seguía creciendo y que algunos de ellos descubrían a través de estas clases su vocación al Opus Dei.