El clima político

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

En los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, el estado español no ejercía un control totalitario como el de la Unión Soviética, Alemania o la Italia fascista. Y sin embargo, el régimen de Franco era claramente una dictadura personal. Franco gobernaba sobre todo mediante decretos ley y ni siquiera se molestaba en consultar a su gabinete.

El carácter personal del régimen de Franco se reflejaba en el extraordinario grado de adulación pública a él dirigida. Por ejemplo, el inmenso desfile militar organizado en Madrid el 19 de mayo de 1939 para celebrar la victoria nacional fue una apoteosis personal para el Caudillo. En sus apariciones públicas era aclamado con gritos de “Franco, Franco, Franco”. Su nombre quedó en los muros de muchos edificios y su imagen fue acuñada en monedas y sellos.

El régimen de Franco estaba fuertemente centralizado y daba poca o ninguna autonomía a las provincias y regiones. Además, las dos regiones con una identidad más acusada, el País Vasco y Cataluña, pagaron caro su apoyo a la República. Además de perder sus prerrogativas políticas y su autonomía administrativa, vieron discriminados sus idiomas y demás manifestaciones culturales particulares. En la Barcelona de la posguerra podían verse grandes carteles que decían “Hablad el idioma del Imperio”.

Las medidas dirigidas contra los nacionalistas catalanes y vascos fueron parte de un cuadro más amplio de represión política. Al final de la guerra, la población de la zona republicana estaba agotada por las privaciones y aturdida por la derrota. Muchos deseaban ansiosamente la reconciliación. Franco, sin embargo, no hizo ningún esfuerzo por acercarse a sus antiguos enemigos ni por curar las divisiones del país. La ley marcial siguió en vigor hasta 1948. En febrero de 1939 se promulgó una Ley de Responsabilidades Políticas. Según esta ley podía ser encarcelado, con penas que oscilaban de seis meses a quince años, cualquier antiguo miembro de un partido revolucionario o liberal de izquierdas. Los delitos puramente políticos no eran punibles con pena de muerte, pero los “delitos políticos con violencia” sí podían serlo. En 1940 la Ley de Responsabilidades Políticas fue completada con una nueva Ley de Represión de la Masonería y del Comunismo. Desde luego, la represión no tuvo nada que ver en magnitud y violencia con la llevada a cabo en la Unión Soviética y la Alemania nazi.

Los gobiernos que Franco nombró en los años inmediatamente siguientes a la guerra han sido habitualmente calificados de falangistas, pero, de hecho, como Payne y otros han destacado, representaban un equilibrio entre los diversos grupos que apoyaban su régimen: el Ejército, la Falange, los carlistas, otros grupos monárquicos y grupos católicos, entre los que se contaban la Acción Católica y la ACNP. En realidad, el único grupo dominante era el Ejército, más que la Falange.

No se trata de negar la gran influencia de la Falange en la vida española de posguerra. En 1939 contaba con 650.000 afiliados varones. En 1942 eran ya más de 900.000, aunque muchos de ellos eran puramente nominales. Se trataba de la única organización política autorizada en el país y su sindicato era el único movimiento obrero legal. También controlaba la única organización estudiantil tolerada por el régimen.

La Falange proporcionaba al régimen los símbolos (camisas azules, saludo fascista con el brazo en alto, etc.) y unas pocas ideas. Su presencia se hacía sentir especialmente en la “Prensa del Movimiento”, consorcio oficial de periódicos y revistas. Las publicaciones falangistas, que se vieron libres de la censura en mayo de 1941, exaltaban continuamente al Caudillo, a quien presentaban como a un hombre excepcional y providencial. Saludaban con entusiasmo los éxitos de los ejércitos del Eje, atacaban a las democracias decadentes y ensalzaban las virtudes de una España tradicional y militarista. En definitiva, la Falange marcó poderosamente el estilo de vida en la España de posguerra.