Reunión temporal en Burgos

"La fundación del Opus Dei". Libro escrito por John F. Coverdale, en el que narra la historia del Opus Dei hasta 1943.

Aunque, evidentemente, no se trataba de la primera vez que se veían del Portillo, Alastrué y Rodríguez Casado con los otros de la Obra que estaban en Burgos, el reencuentro fue muy emocionante. Casciaro y Botella no les habían visto desde hacía dos años y medio. Escrivá, hacía más de un año.

Pero no habría de durar mucho el reencuentro en Burgos. Poco antes de la llegada de los fugitivos, Alvareda se había trasladado a Vitoria, donde había conseguido una plaza de profesor de bachillerato. A los pocos días, del Portillo fue enviado a la Academia de Ingenieros para su instrucción como oficial. Estaba a pocos kilómetros de Burgos, pero se le exigía vivir allí. En noviembre, Rodríguez Casado fue destinado a Zaragoza, a la Academia de Suboficiales, también del cuerpo de ingenieros. A comienzos de diciembre, Casciaro fue trasladado a las oficinas del Ejército en Calatayud, a unos 150 kilómetros de Burgos. Al terminar el periodo de instrucción, del Portillo fue enviado a Cigales, un pueblo cercano a Valladolid, donde se encontró con Rodríguez Casado.

A mediados de diciembre, sólo quedaban en Burgos Escrivá y Botella. Sin duda les hubiera gustado alquilar un pequeño apartamento. Estaban deseosos de abandonar el Hotel Sabadell. Como no tenían dinero para pagar las cuatro camas de la habitación, les obligaron a compartir su espacio con otros. Escrivá dejó reflejado en su diario lo insostenible de esa situación: “Esto no podía seguir así: ni trabajar, ni llevar nuestra correspondencia, ni tener con libertad una visita, ni dejar confiadamente los papeles de nuestros negocios en la habitación..., ni un minuto de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior... Además: cada día gente distinta. ¡Imposible! Pedí solución al Señor, en la Misa” [1] .

Poco antes de la Navidad, encontraron una habitación en una pensión, donde permanecieron hasta el final de la guerra. El edificio no tenía calefacción y su mobiliario era en su mayor parte provisional. Por ejemplo, la cajonera estaba montada sobre una columna de carretes de hilo vacíos pegados entre sí. Pero lo importante era que sólo costaba cinco pesetas diarias y que, al fin, tendrían una cierta intimidad.

[1] Ibid. p. 538