Willy Fog ya no vive en Londres

“Mi primer contacto con el Opus Dei fue gracias al hijo del droguero de mi barrio, Paco –hoy en día, prestigioso entrenador de atletismo- que me invitó a ir a un club juvenil”, cuenta Rafa Tomasi, responsable de tecnología de una empresa informática

'Aunque no lo parezca estaba en Chicago. Creo que es fácil localizarme'

En la empresa

“Trabajo como responsable de tecnología y sistemas en una empresa informática dedicada, sobre todo, a los medios de comunicación. Por mi trabajo, durante varios años ha tenido que viajar por todo el mundo. Cuando he tenido que viajar solo, y he tenido oportunidad de ir a un centro de la Obra, en Chicago, en México, o en cualquier otro sitio, se agradece tener algún contacto que te permita superar la “depresión” de estar en un sitio nuevo y desconocido. Por ejemplo, cuando estuve en Medellín, nada más llegar al aeropuerto, llamé al centro y me fueron a recoger al hotel directamente para irnos a conocer la ciudad, porque era domingo”.

Mi familia

'En el tenis no acabo de coger la postura'

“El primer contacto que tuve con el Opus Dei fue gracias al hijo del droguero de mi barrio, Paco –hoy en día, prestigioso entrenador de atletismo- que me invitó a ir al club juvenil Requena, en Vallecas, donde vivía toda mi familia. Allí conocí el Opus Dei y empecé a acudir a actividades deportivas y de tiempo libre. Luego entré en el Instituto Tajamar para estudiar Formación profesional, rama electrónica (luego cambiaría a Bachillerato). Ninguno de mis familiares próximos es de la Obra y, por entonces, no sabían nada de esta prelatura. Tenían una formación católica elemental y me dejaban hacer. Supongo que me verían contento, porque siempre me dieron facilidades para seguir mi vocación de agregado del Opus Dei y me ayudaron a costearme las convivencias en la medida de sus posibilidades”. 

“Mis padres y mis hermanos siempre han asistido, desde el primer momento, a los actos para familias organizados en los centros del Opus Dei en los que he estado, desde celebraciones de Nochebuena, romerías de mayo, cenas-coloquio, etc… Mis familiares no conocen el Opus Dei como una institución de la Iglesia que está en Roma, ni tampoco han leído libros explicativos. Ellos tienen un conocimiento práctico, a través de Requena, de Filabres, de Quintana, de los clubes donde he estado y las personas que han tratado”.

Con mis padres en una fiesta del club Filabres

“Hace menos de un año, tras una rápida enfermedad, falleció mi padre. Mi familia quedó muy impresionada por la cantidad de gente de la Obra que se preocupó por nosotros durante la enfermedad de mi padre, y por cómo se desvivieron también en el momento de la muerte, cómo estuvieron a nuestro lado”.

Los viajes

“Durante varios años, he tenido que viajar bastante por motivos profesionales. Tanto es así que algunos amigos me llamaban “Willy Fogg”. En estos viajes he conocido a gente muy variada, muchos de los cuales no sabían nada de la Obra, o tenían una idea equivocada. En El Salvador, comía con un colega que se llamaba Benjamín, que estaba leyendo “El código Da Vinci”. En la conversación, surgió el tema de que yo soy de la Obra, y él se sintió como interpelado. Me comentó que era católico practicante y que leía el libro, pero no se lo creía. Me reconoció que ‘El Código” no tiene que ver con la realidad del Opus Dei que veía en mi”.

En Faunia, con los chicos de Quintana

“En Estados Unidos, realizando un curso de inglés en el Illinois Institute of Technology, también tuve ocasión de explicar la Obra a un par de coreanos con quienes coincidía en las clases. Se sorprendían de que alguien de unos 35 años estuviese soltero. Con mi deficiente inglés les expliqué mi vocación, y creo que lo entendieron bien”.

“En los viajes que hago siempre procuro estar cerca de los míos. Con mi sobrino siempre intercambio correos electrónicos; llamo con frecuencia a mi madre para informarle de esas tres cosas que tanto interesan a las madres: si como suficiente, si duermo bien y qué tiempo hace. Aparte, al volver de cada viaje suelo traer algunos recuerdos típicos del lugar donde he estado: una “chiva” de Medellín, unos bombones belgas, un tucán de madera de Ecuador, unos caramelos de chile de México, etc…”

“Mi trabajo también me permite dedicar tiempo a un club juvenil, sobre todo los fines de semana, en un centro del Opus Dei en el barrio de Ciudad Lineal de Madrid. A veces cuesta compaginarlo y otras resulta más sencillo. Por poner un ejemplo, en algunos casos mi oficina de trabajo ha servido de plató de rodaje de algunos cortometrajes realizados con chavales del club”.

'Muy buen equipo los Lakers'

“Al cabo de estos años, muchas veces me he preguntado quién me iba a decir a mí que iba a acabar conociendo tanto mundo. Eso mismo pensé un día que estaba en la biblioteca de Schulemburg, un pueblo de Texas, con un profesor español. Ambos habíamos coincidido hacía unos veinte años en Vallecas, y ahora ambos somos de la Obra y volvemos a estar juntos en un pueblecito de Texas”.