Profundo amor y veneración a los religiosos

Breve biografía sobre el Fundador del Opus Dei escrita por José Miguel Cejas

Tenía un profundo amor y veneración por el estado religioso. Entre los santos de su particular devoción estaban San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, Santa Teresa de Jesús, San Juan Bosco, Santa Teresa de Lisieux... Tenía muchos amigos religiosos y durante esos viajes de catequesis solía visitar a comunidades de religiosos y religiosas, pidiéndole que rezaran por sus intenciones. En la actualidad un número muy elevado de comunidades religiosas son Cooperadoras del Opus Dei.

—Padre, —le comentó un párroco— ayer terminé de dar un curso de retiro a religiosas de clausura…

¡Estupendo! Dios te bendiga.

—Y me encargaron: dígale al Padre que le queremos muchísimo y que le agradecemos, a él y al Opus Dei, el bien que nos está haciendo, y que diga unas palabritas para nosotras.

Os agradezco con toda el alma el cariño que tenéis a las religiosas. Es indispensable que estas benditas almas reciban dirección espiritual; si no, no tendrán vida interior. Ahora, muchos de nuestros hermanos no quieren sentarse en el confesonario. Vosotros, sin prisa, debéis atender a las almas, pero procurando —como he dicho otras veces— que lleven la confesión preparada, de modo que sea contrita, breve, clara, completa, y habiendo hecho ya unos propósitos firmes. Así podréis atender más almas. Pero si veis que hay una que va por caminos de entrega a Dios en un convento, dedicadle más tiempo y preparadla para que pueda seguir esa vocación. Si no, se van a cerrar muchas de esas casas, y sería una lástima, porque son un tesoro maravilloso de la Iglesia. Dios te bendiga, por haber trabajado por las religiosas de clausura.

Había encaminado a bastantes hombres y mujeres que le pedían consejo espiritual, hacia la vida religiosa. Es el caso, entre otros, de Fray Hugo Quesada, cartujo. El Espíritu Santo —le dijo Escrivá en 1942— te lleva por esos caminos . Un ejemplo entre muchos: en los años cuarenta fue a visitarle una joven que quería entregarse a Dios en la vida religiosa. Le dijo que necesitaba una cantidad de dinero como dote para ingresar. Al oírlo, don Josemaría, a pesar de la grave situación económica que atravesaba, le preguntó a Isidoro Zorzano cuánto dinero había en casa y se lo dio todo.