Benedicto XVI: “Dios no nos deja solos”

El Papa celebró la solemnidad del Corpus Christi recordando que “la Eucaristía es el sacramento de Dios que no nos deja solos en el camino sino que se coloca a nuestro lado y nos indica la dirección”

“La Eucaristía es el sacramento de Dios que no nos deja solos”

En Roma, la solemnidad del Corpus Christi  se celebró el pasado jueves 22 en la explanada de la basílica de San Juan de Letrán. Después de la Santa Misa tuvo lugar la procesión eucarística hasta la basílica de Santa María la Mayor.

En la homilía, el Papa habló del significado de esa solemnidad a través de los tres gestos fundamentales de la celebración. El primero es la reunión "alrededor del altar del Señor para estar juntos en su presencia; en segundo lugar, la procesión, "caminar con el Señor", y por último, "arrodillarse ante el Señor, la adoración".

Para explicar el primer gesto, el Santo Padre citó la epístola de San Pablo a los Gálatas, donde está escrito: "Ya no hay ni judío, ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús". "En estas palabras -dijo el Papa- se siente la verdad y la fuerza de la revolución cristiana, la revolución más profunda de la historia humana, que se experimenta en torno a la Eucaristía: aquí se reúnen en presencia del Señor personas diversas, por edad, sexo, condición social, ideas políticas. La Eucaristía no puede ser nunca un hecho privado. (...) La Eucaristía es un culto público, no tiene nada de esotérico o exclusivo. (...) Estamos unidos más allá de nuestras diferencias, (...) nos abrimos unos a otros para convertirnos en una cosa sola a través de Él".

Tocando el segundo aspecto, "caminar con el Señor", Benedicto XVI afirmó que "con el don de sí mismo en la Eucaristía, el Señor Jesús (...) hace que nos levantemos (...) y nos pone en camino con la fuerza de este Pan de vida. (...) La procesión del Corpus Christi nos enseña que la Eucaristía quiere liberarnos de todo desaliento y desánimo (...) para que podamos reanudar el camino con la fuerza que Dios nos da mediante Jesucristo".

"Sin el Dios con nosotros, el Dios cercano ¿cómo podemos sostener la peregrinación de la existencia, sea como personas que como sociedad y familia de los pueblos? La Eucaristía es el sacramento de Dios que no nos deja solos en el camino sino que se coloca a nuestro lado y nos indica la dirección. Efectivamente no basta ir adelante, sino ver hacia donde se va. No basta el progreso si no hay criterios de referencia".

Por último, el tercer elemento del Corpus Christi, "arrodillarse en adoración frente al Señor" es "el remedio más válido y radical contra las idolatrías de ayer y hoy, (...) es profesión de libertad: el que se inclina ante Jesús no puede ni debe postrarse ante algún poder terrenal, por fuerte que sea".

Los cristianos, concluyó el Santo Padre, "nos inclinamos ante un Dios que fue el primero en inclinarse hacia el ser humano (...) para socorrerlo y darle vida, que se arrodilló ante nosotros para lavarnos los pies sucios. Adorar el Cuerpo de Cristo significa creer que en ese trozo de pan, está realmente Cristo, que da sentido a nuestra vida, al universo inmenso y a la criatura más pequeña, a toda la historia humana y a la existencia más breve". 

“Se hizo pan para ser compartido; se hizo alimento para darnos la vida”

La Eucaristía fue el tema de reflexión de Benedicto XVI antes de rezar el Ángelus el pasado domingo 25 de mayo con los miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro.

"El creador y señor de todas las cosas -dijo el Papa- se hizo grano de trigo para ser sembrado en nuestra tierra, en los surcos de nuestra historia; se hizo pan para ser (...) compartido; se hizo alimento para darnos la vida, su misma vida divina".

"La Eucaristía es escuela de caridad y solidaridad -recalcó el Santo Padre-. Los que se nutren con el Pan de Cristo no pueden ser indiferentes ante aquellos que, también en nuestra época, carecen del pan diario. Hay tantos padres y madres que a duras penas consiguen ganarlo para sí mismos y para sus hijos. Es un problema cada vez más grave que la comunidad internacional no consigue solucionar. La Iglesia no solamente reza diciendo "danos hoy el pan de cada día": siguiendo el ejemplo de su Señor se empeña en todas las maneras en "multiplicar los cinco panes y los dos peces", con innumerables iniciativas de promoción humana y de división, para que a nadie le falte lo necesario para vivir".

"¡Qué la fiesta del Corpus Christi sea una ocasión para crecer en esta atención concreta a nuestros hermanos, sobre todo a los más pobres!", exclamó Benedicto XVI, pidiendo a María, "de la cual el Hijo de Dios tomó la carne y la sangre", que intercediera para que fuera así.