Sueños de ingeniería en Villa Madero

El Instituto Madero (Buenos Aires) busca promover profesional, humana y espiritualmente a las personas

Lucas quiere ser ingeniero electrónico y, “si da el tiempo”, ingeniero civil. “En casa, si se rompe algo, lo arreglo”, continúa. En el aula de 8vo “B” del Instituto Madero, en La Matanza, se sienta en el primer lugar y escribe a la par del dictado del maestro. Le gusta ir al colegio, le gusta aprender, le gusta el Instituto Madero. Le gusta tanto que los sábados siempre se acerca para las actividades extracurriculares que se organicen, especialmente para los partidos de fútbol.

Sin embargo, el que más disfruta de esos partidos es Juan Manuel, quien sueña con jugar en primera: “En las vacaciones me voy a probar a San Lorenzo. Pero sé que no tengo que aflojar con el estudio”. Matías se ríe. Aunque un poco más tímido, es para sus compañeros un orgullo: “En octubre se va a Mar del Plata. Es el primero del colegio que participará de los Torneos Juveniles Bonoaerenses”. Especialista en salto en largo, tiene como récord una marca que promete: casi 4 metros… Sin embargo, le gustaría dedicarse a diseñar aviones.

Lucas, Juan Manuel y Matías son apenas tres de los más de 200 alumnos del colegio del Instituto Madero, la principal iniciativa de APRED (Asociación Promotora de la Educación y el Deporte), una organización sin fines de lucro comprometida con el desarrollo de la enseñanza media y capacitación del país. APRED busca profundizar la formación de jóvenes y adultos en cuanto a su desarrollo personal, profesional y social.

Los orígenes

Los orígenes del Instituto Madero pueden remontarse a la visita de san Josemaría Escrivá a la Argentina. Los memoriosos cuentan que, al salir de Ezeiza, y ver los barrios más humildes que rodean la Autopista Ricchieri, sugirió la idea de hacer algo por esas poblaciones. Más adelante, en 1984, Mons. Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría, alentó especialmente el comienzo del instituto.

Finalmente, a principio de los noventa, inspirado en la enseñanza del santo, un grupo de personas inició lo que hoy es un proyecto educativo consolidado con tres ramas principales: Formación Profesional, el colegio, y la Escuela de Mandos Medios, que funciona en otra sede, en la Ciudad de Buenos Aires.

En marzo de 1993 comenzó en Fuerte Apache, partido de San Martín en la provincia de Buenos Aires, una serie de talleres de formación profesional para brindar cursos de oficios en áreas como electricidad, informática, automotores y automatización. El éxito de esa iniciativa y la nobleza del proyecto que se iniciaba, hizo que el gobierno de Bélgica realizara una importante donación que permitió la construcción del actual edificio, en Villa Madero, partido de La Matanza. Los cursos, que siguen hasta hoy en el nuevo edificio, ofrecen a los alumnos asistencia para la búsqueda laboral y para la generación de microemprendimientos. Funciona por las noches para no dificultar la actividad laboral de los inscriptos y permitir el funcionamiento de la otra actividad de promoción humana y social del Instituto Madero: el colegio.

En el marco de un convenio de cooperación internacional con el gobierno de Italia y el Centro Elis de Roma, se puso en funcionamiento en 1999 un Polimodal en Bienes y Servicios con orientación en Electromecánica y Electrónica. A partir de la nueva ley de Educación Técnica, el colegio recibe desde el año pasado alumnos de la Educación Secundaria Básica (7mo, 8vo y 9no) y completa un plan de educación Técnica Profesional de seis años. Los alumnos provienen de las localidades de Madero, Tapiales, Aldo Bonzi, Ciudad Evita, La Tablada, Villa Celina, e incluso hay algunos que viajan desde la Ciudad de Buenos Aires. Además de la formación técnica, forma parte fundamental del ideario del Instituto Madero, la formación en los valores humanos y cristianos.

Una iniciativa solidaria

El Instituto Madero es una iniciativa solidaria de acción social porque promueve educación de alta calidad a valores más accesibles. Mediante un sistema de becas y uno de padrinazgo se colabora con las cuotas de los alumnos. El Instituto Madero no excluye a nadie por cuestiones económicas, y sus actividades, son subsidiadas por el apoyo de entidades públicas y privadas, y de la Escuela de Mandos Medios. 

Está entre los objetivos del Instituto Madero el brindar igualdad de oportunidades en el acceso a la educación; preparar para poder formar una familia y llevarla adelante con dignidad. También se propone formar integralmente a las personas en valores y actitudes y, aunque está abierto a chicos de todas las religiones, confía su orientación doctrinal religiosa al Opus Dei. 

“No sólo procuramos formar buenos técnicos, procuramos formar buenas personas”, cuenta Alexis Zegarra Ponce, ingeniero, del Departamento de Orientación, y precisa que cada alumno tiene un tutor asignado que sigue al chico, para que lo acompañe en su desempeño en el colegio, en su familia, en su vida. Además, el Instituto organiza actividades con los padres, convocándolos a talleres de formación, y acercándolos e involucrándolos en la educación que reciben los alumnos.

Fruto de esta formación integral, el 40% de los egresados del Instituto Madero decide y logra seguir una carrera universitaria, cifra impensada para el barrio hasta hace algunos años. El sueño de Lucas de ser ingeniero está más cerca. Y nada parece evitar el gran salto de Matías para remontar sus sueños y llegar a dedicarse a la ingeniería aeronáutica.

Más información: azegarra@madero.org