Camino

Alexander Zorin, un eminente intelectual y poeta ruso, de religión ortodoxa, reflexiona en este breve ensayo sobre las enseñanzas de Josemaría Escrivá

Pronto apareció en nuestra parroquia un ejemplar mecanografiado de Camino. En aquellos tiempos las obras de literatura religiosa sólo circulaban mediante las samizdat, copias mecanografiadas. El papel era delgadísimo y estaba muy mal impreso. Era la cuarta copia de una misma impresión mecanográfica reproducida con papel carbón. La primera copia, la de mejor calidad, costaba mucho más que la cuarta, y el mecanografiado original tenía un precio prohibitivo. Era una traducción en ruso moderno, pero las citas bíblicas, curiosamente, estaban en eslavo eclesiástico. 

Este contraste me chocó. Por un lado estaba el espíritu claro y decidido del libro, un libro dirigido a nosotros, hombres de hoy, de ahora; y por otro estaba aquel lenguaje arcaico, del eslavo eclesiástico, que rompía el ritmo y desorientaba la lectura. Probablemente era una pequeña argucia de los que habían mecanografiado el texto para despistar a los que espiaban todo lo que hacíamos en la parroquia. 

Acusaban al padre Alexander de tener simpatías católicas y entre otras muchas cosas, le consideraban un “católico secreto”. Por eso, sospecho que Camino no le pasaría inadvertido a la KGB. Además, esas frases en eslavo eclesiástico podía tranquilizar a los guardianes de la pureza de la fe ortodoxa, en favor de la cual luchaba en estos años la máquina estatal punitiva. En cualquier caso, todo esto son suposiciones mías, aunque  las argucias de ese tipo fuesen frecuentes en lossamizdat .

En cambio, cuando le autorizaban a hablar en público, el padre Alexander se refería con frecuencia al Opus Dei y a su fundador.

Compré un ejemplar de las copias mecanografiadas de Camino y empecé a leerlo poniendo un folio blanco debajo de cada página, porque el papel era tan liviano que se transparentaba. Mis amigos cristianos de Riga hicieron algunas copias sirviéndose de este mismo ejemplar.