Instituto de Tecnología Industrial (Nigeria)

Este proyecto ha sido resultado del impulso de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Él estaba muy interesado en ayudar a los menos privilegiados de nuestra sociedad, mejorando sus condiciones sociales para que pudieran obtener los recursos necesarios para llevar una vida más digna

Nigeria es un país donde prácticamente no existe la clase media, lo que produce una gran diferencia entre ricos y pobres. Fue colonia británica hasta 1960, con una población estimada en 120 millones de personas, y una tasa de crecimiento del 3%. También es uno de los mayores productores mundiales de petróleo. Aun así, sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, donde la mayoría de la población está por debajo del nivel de pobreza.

Dada la baja tasa de crecimiento tecnológico y económico, rara vez existe movilidad entre las clases sociales. Los más pobres no disponen de medios para salir de su situación por falta de las aptitudes y habilidades que se requieren en el mercado laboral. Como consecuencia, la tasa de paro en el país es muy alta (ronda el 60%). Para sobrevivir, muchos de los parados recurren a delitos como el nepotismo y la corrupción, y otros, más violentos, al robo con armas. Aquellos que no caen en la delincuencia viven en condiciones infrahumanas. Es tal el nivel de pobreza, que no es difícil encontrar gente buscando comida en los cubos de basura.

A muchas personas les parece que una educación secundaria ofrece la única solución para mejorar sus condiciones de vida. La mentalidad es de hacerla equivalente a una cualificación universitaria, sin la que uno está resignado a seguir siendo pobre y parado. Por tanto, las profesiones manuales son menos apreciadas entre las personas. En Nigeria, el sistema de aprendiz es el único camino para aprender una tarea manual. El aprendiz pasa entre cinco y diez años dependiendo de un tutor, a menudo en pésimas condiciones. Muchos tutores se niegan a compartir sus conocimientos con sus aprendices por temor a la competencia, y -como consecuencia- los aprendices disponen de una formación insuficiente o tienen que pasar más años con su tutor.

Darlington Agholor es el Director de administración del Instituto de Tecnología Industrial (ITI), un proyecto social orientado a la enseñanza de aptitudes técnicas y valores éticos a jóvenes recién salidos del colegio, y a trabajadores mayores del sector menos privilegiado de la sociedad. El ITI está situado temporalmente en los edificios de la “Carnaud Metal Box” (CMB), una compañía de Ikeja (Lagos, Nigeria) que ha alquilado sus edificios y máquinas al Instituto. El colegio está abierto a personas de todas las tribus y religiones, y su objetivo es dar a sus alumnos una formación de calidad, inspirada en principios e ideas cristianas, dirigida a ayudarles a alcanzar una alta cualificación profesional y un nivel de excelencia moral que les haga posible autorrealizarse ellos mismos, sus familias, las empresas en las que trabajan y la sociedad en la que viven. ITI es un proyecto de la Fundación de Desarrollo Africano (FDA), ONG registrada en Nigeria. En esta entrevista el Sr. Agholor proporciona más información acerca de la escuela.

La mejor inversión

Con abundantes reservas humanas y naturales, Nigeria podría ser hoy un país próspero, capaz hacer frente a las necesidades de educación, salud e infraestructura de sus 120 millones de habitantes. Sin embargo, se encuentra entre las 20 naciones más pobres del mundo, donde casi el 70 por ciento de la población gana menos de 1US$ al día. Esta situación está en el origen de algunos de los casos de corrupción, nepotismo y delincuencia que hasta hace poco eran comunes en el país. 

“El mayor esfuerzo que se puede hacer en un país -dijo recientemente Michel Camdessus, director ejecutivo del FMI, refiriéndose a la posibilidad de que Nigeria salga del estado de pobreza en el que se encuentra-, es invertir en el desarrollo humano”. Esta es precisamente la apuesta del Instituto de Tecnología Industrial (ITI), un proyecto social nacido en el seno de la Fundación del Desarrollo Africano (ONG registrada en Nigeria), orientado a enseñar aptitudes técnicas y valores éticos a jóvenes recién salidos del colegio y a trabajadores mayores del sector menos privilegiado de la sociedad. El ITI ofrece un curso de electromecánica de tres años, dirigido a jóvenes entre 18 y 21 años, un curso de dos años de electromecánica para profesionales y cursos de corta duración.

Entrevista a Darlington Agholor, director de administración del Instituto ¿Quién inspiró la idea de este proyecto?

Este proyecto, como muchos otros de carácter social con características parecidas en todo el mundo, ha sido resultado del impulso de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Él estaba muy interesado en ayudar a los menos privilegiados de nuestra sociedad, mejorando sus condiciones sociales para que pudieran obtener los recursos necesarios para llevar una vida más digna. Lo aprendimos de su profunda caridad cristiana, que le hizo ver en cada persona a un hijo de Dios. San Josemaría lo afirmó con claridad: “¡Ninguno es mejor que otros, ninguno! ¡Somos iguales! Cada uno de nosotros vale lo mismo, ¡cada persona vale la sangre de Cristo!” Nos animó, como lo hizo con sus hijos en tantos países, a empezar cuanto antes, con otros ciudadanos de buena voluntad, una escuela técnica para proveer habilidades y una sólida formación cristiana a cuantas personas fuera posible en este gran país. Somos conscientes de llevar a cabo su deseo. El 27 de marzo de 2000, el ITI arrancó con sus primeros diez aprendices. ¡Un principio pequeño para un sueño ambicioso!

El 9 de enero de 2002 se cumplirán cien años del nacimiento de San Josemaría Escrivá. Esta escuela es como un regalo de cumpleaños en el Centenario de su nacimiento, un monumento humilde que hemos empezado en su honor, que quiere mostrar la gratitud por habernos dejado el espíritu del Opus Dei -santidad a través del trabajo ordinario-. El legado de San Josemaría Escrivá no es cuantificable, por tanto cualquier cosa que se haga como gratitud siempre será poca. Tenemos puesta nuestra esperanza en que la escuela seguirá durante muchos años dando testimonio de esta gratitud y nuestra devoción al santo.

La escuela dispone de un área de recepción, sala de consultas, sala de conferencias, oficinas, dos laboratorios de electricidad, un laboratorio de electrónica, otro de mecánica y una biblioteca. La superficie es de 560 metros cuadrados, y puede tener hasta 75 alumnos.

Antes del ITI, ¿en qué situación se encontraba la educación técnica en Nigeria?

Nigeria nunca ha dado la prioridad debida a la educación técnica reconociéndola como eje principal de la economía, cosa que han recordado recientemente portavoces del gobierno. Países como Alemania fueron capaces de recuperarse después de la segunda guerra mundial por la importancia que dieron a la educación técnica. Durante mucho tiempo, en nuestro país se han despreciado las habilidades manuales, y como resultado muchos nigerianos han buscado en la educación universitaria la única opción de conseguir un trabajo digno. Con ese prejuicio en contra de los trabajos manuales, las escuelas y politécnicas iniciadas por el gobierno no han podido cambiar esta actitud equivocada. El resultado sigue siendo una falta de formación y motivación de los alumnos, que no ayuda a vencer el paro.

Queremos que el ITI prepare adecuadamente a quienes, después de sus estudios, querrían establecer sus propios negocios y, a la vez, consiga que muchos de los alumnos sean buscados por empresas industriales y del sector servicios.

¿Qué métodos utilizan?

Utilizamos el sistema de formación dual, empleado primero por los alemanes y después en las islas filipinas. Es un sistema donde el alumno realiza su aprendizaje en dos lugares con absoluta sintonía: la escuela y la fábrica. La escuela proporciona una educación básica y generalista, que incluye aspectos culturales, sociales y doctrinales, mientras que la fábrica proporciona la experiencia práctica, pegada al terreno, donde se aprende también a trabajar en equipo.

¿En qué otras facetas se benefician los alumnos?

Las clases sobre ética en el trabajo constituyen una amplia proporción del currículum del ITI. Aquí se intenta que los alumnos aprecien el profundo valor positivo del trabajo. Se ayuda al alumno para que comprenda que el trabajo puede enriquecerle a él y a sus compañeros, hacerle entender que no son simples máquinas de una fábrica.

Este enfoque se debe a San Josemaría Escrivá, cuya enseñanza sobre la dignidad del trabajo, un trabajo honrado, y la posibilidad de santificarlo animan la vida de esta escuela. Como dijo a un periodista en 1968: “Quienes quieren vivir con perfección su fe y practicar el apostolado según el espíritu del Opus Dei, deben santificarse con la profesión, santificar la profesión y santificar a los demás con la profesión. (...) Porque esa tarea ordinaria es no sólo el ámbito en el que se deben santificar, sino la materia misma de su santidad: en medio de las incidencias de la jornada, descubren la mano de Dios, y encuentran estímulo para su vida de oración”.

A continuación, dijo, “el mismo quehacer profesional les pone en contacto con otras personas -parientes, amigos, colegas- y con los grandes problemas que afectan a su sociedad o al mundo entero, y les ofrece así la ocasión de vivir esa entrega al servicio de los demás, que es esencial a los cristianos. Así, deben esforzarse por dar un auténtico testimonio de Cristo, para que todos aprendan a conocer y a amar al Señor, a descubrir que la vida normal en el mundo, el trabajo de todos los días, puede ser un encuentro con Dios” (Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, n. 70).

Pienso que las tareas manuales tienen una cualidad especial: son muy apropiadas para entender el valor santificante del trabajo, ya que existe un resultado final que se puede sentir y tocar. Creo que aquí la enseñanza del fundador del Opus Dei se hace más visible.

Además de la clase de ética en el trabajo, un aspecto significativo de la formación personal impartida en el ITI son las tutorías. El alumno tiene una charla que dura alrededor de treinta minutos con uno de los instructores, donde se habla de cualquier tema personal, social, cultural o moral. El instructor ayuda al alumno a adaptar la formación impartida a sus circunstancias personales. Aquellos alumnos que quieren pueden aprovechar libremente esta oportunidad.

P. ¿Cómo se benefician las industrias de esta formación en ética profesional?

Además de ayudarles a ser personas altamente cualificadas y moralmente correctas, los alumnos salen muy motivados. Las personas no sólo trabajan para satisfacer a sus superiores inmediatos, o por el sueldo, sino también por alcanzar un valor más elevado: su realización personal.

A los alumnos se les enseñan virtudes como la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Por ejemplo, le puedo decir que algunos informes elaborados por empresas demuestran que los alumnos, libremente, trabajan más horas, porque es algo que algunos perciben como deber de justicia, como contraprestación al esfuerzo de la empresa por invertir recursos en su formación.

Otros han tenido que demostrar su fortaleza defendiendo medidas de seguridad en la empresa, en contra de la negativa de sus compañeros.

¿Cuál ha sido la reacción de la industria local?

Desde el principio, las compañías de ámbito local han sido muy receptivas. Para nosotros, la más importante hasta la fecha ha sido la “Carnaud Metal Box” (CMB), que nos alquila los edificios.

Después de varias conversaciones, el 28 de mayo de 1999 llegamos a un acuerdo con la dirección de la empresa para alquilar su antigua escuela de formación, situada dentro del recinto de su fábrica, en el Polígono Industrial de Ogba, Ikeja. Además, para comenzar nuestra actividad facilitaron tornos y otros equipos. Otras empresas también han donado máquinas.

Casi a diario, expertos del mundo de la industria visitan el ITI para conocerlo personalmente, y todos tienen gran esperanza, entusiasmo y palabras de alabanza. El responsable de formación técnica de la compañía embotelladora de Nigeria (NBC), distribuidores de la marca Coca-Cola en nuestro país, comentaba por ejemplo: “Nigeria ha esperado mucho para este tipo de iniciativas”. La NBC nos enviará quince alumnos en enero para el curso de dos años de electromecánica para profesionales. El Director General de personal y administración de Dunlop-Nigeria dijo que “el Instituto es el futuro en cuanto a industria”, y añadió “y el futuro debe empezar ahora”.

¿Existen planes de expansión?

Hemos adquirido un terreno de seis acres en el norte de Isheri, aproximadamente a diez kilómetros de nuestra localización actual. Allí esperamos construir los edificios definitivos, ya que por las solicitudes de las empresas los que usamos se están quedando pequeños.

Uno se puede preguntar hasta dónde puede llegar el ITI. Yo diría que hasta el punto de atender siempre las necesidades que se presenten en el mundo industrial y del sector servicios. Además, el trabajo es un medio para ir al Cielo, y el ITI prepara a la gente para trabajar bien. Siempre que haya vida, las personas trabajarán, y el ITI seguirá siempre ayudando a que la gente realice su trabajo profesionalmente.