Universitarias realizan voluntariado en Letonia

El 25 de julio finalizó en Letonia un campo de trabajo de universitarias de Riga y Madrid. Las jóvenes ayudaron en la reconstrucción de la nueva iglesia católica de Aizpute, un pueblo letón, y acompañaron a los ancianos del asilo estatal.

Las universitarias proceden del Centro Cultural “Rīva” (Riga), el Colegio Mayor “Alcor” y el Centro Universitario “Vega” (Madrid).  

Aizpute es una población al sureste de Letonia, a 199 kilómetros de la capital del país. Cuenta aproximadamente con 3.000 habitantes y una variedad de confesiones religiosas: luteranos, baptistas, adventistas, ortodoxos y católicos. Estos constituyen una muy pequeña minoría. 

Las obras de la actual iglesia católica están paralizadas desde 2002 por falta de medios económicos, aunque esto no ha impedido que se abra al culto a sus devotos fieles desde el pasado mes de abril. A principios de año llegaron los bancos, candelabros, altar y sagrario procedentes de una iglesia de Berlín y se pudo celebrar la primera Misa en Semana Santa.

El trabajo que debíamos realizar era ambicioso y todas las participantes, estudiantes universitarias, desde el primer día cooperaron y aunaron fuerzas para poder llevar a término el proyecto. 

El horario de trabajo era exigente, de siete horas diarias. Consistía en lijar y pintar los bancos, limpiar el altar, sagrario y candelabros. Durante estos días las participantes se han mostrado entusiasmadas de poder colaborar con la iglesia católica en un país que sufrido la dominación soviética y al mismo tiempo impresionadas de poder ver de cerca las consecuencias del pasado soviético: la pobreza y la lucha de estas personas de vivir heroicamente su fe a pesar de las dificultades.

La mayoría de las participantes han señalado que se llevan a sus casas mucho más de lo que ellas han podido hacer esos días. “Esto ha sido una lección y un tirón humano y sobrenatural para todas nosotras en nuestra vida personal. A partir de ahora nos ayudará para rezar más por Letonia y otros países de la antigua URSS que tantos años han estado privados de la libertad”, señalaba María de Madrid.

A las estudiantes universitarias letonas les ayudó mucho la alegría de las jóvenes españolas y el poder compartir con ellas su trabajo y sus ratos libres. También pudieron hacer de intérpretes en el asilo de ancianos. 

Diana, estudiante de Teología en la Universidad de Letonia, era la primera vez que participaba en un campo de trabajo. Sin duda ha sido una forma distinta de pasar sus vacaciones de verano y ha supuesto un paso adelante en su vida cristiana.

Además de los trabajos en la iglesia hemos podido ayudar en un asilo en el que viven 120 ancianos en condiciones muy pobres. Cada día viajábamos hasta allí en una furgoneta que en los años de ocupación soviética había sido una ambulancia militar, para realizar trabajos de limpieza y ayuda a dar de comer a los ancianos.

Los ancianos aprendieron algunas palabras en español y estaban felices de poder compartir sus ilusiones y recuerdos con nosotras. Imants, un señor letón que vivió deportado en Siberia durante ocho años, escribió en un papel todos los nombres de las jóvenes españolas y letonas. Rīta, una de las ancianas letonas que vive allí, quiso aprender algunas palabras en español para poder comunicarse esos días y mostraba interés en escribirse cartas con Pili, estudiante de Arquitectura de Madrid.

Anete, letona y estudiante de Veterinaria en la Universidad de Jelgava trajo a una compañera de clase, Aija. También era la primera vez que participaban en un campo de trabajo. Les impresionó ver las condiciones en las que vivían los ancianos del asilo y han pensado en proponer para el próximo verano algunas actividades que les permitan ocupar sus ratos libres y disminuir la soledad en la que viven.

Todas las jóvenes señalaban que han recibido mucho más de lo que ellas han podido hacer y piensan repetir la experiencia el próximo verano; como ellas dicen: “Letonia nos espera”.

Raquel Moreno García

Riga (Letonia)

31-VII-07