El Patronato de Enfermos, en 1927

El Patronato de Enfermos, en el que don Josemaría era capellán primero —el capellán segundo era don Norberto Rodríguez García—, estaba en la calle Santa Engracia, número 13

El edificio fue construido con la idea de que fuese sede central de la fundación puesta en marcha por doña Luz Rodríguez Casanova. En la memoria de construcción se recogían los principios en que había de inspirarse su traza arquitectónica: «que sea una composición sencilla, pero bien hecha, sin lujos decorativos, pero verdadera y permanente, como debe ser la caridad, que es la idea principal que mueve este edificio». El resultado fue una edificación sólida y sencilla, en la que la fábrica de ladrillo se combinaba con mampostería de piedra y una alegre y vistosa decoración de azulejos de Talavera.

La columna que sostenía el Patronato de Enfermos estaba, verdaderamente, plantada en la caridad. De aquel sólido tronco partían diversas ramas, en cuyos brazos anidaban multitud de obras de beneficencia y apostolado: "Obra de la Preservación de la Fe", "Obra de la Sagrada Familia", "Comedores de Caridad", "Sociedad Protectora", "Roperos de San José", etc. Actividades que el joven capellán resumía festivamente en un solo concepto: La obra de Doña Luz son las catorce obras de misericordia.

En el Patronato de Enfermos, como en un cuartel general, se organizaba la lucha contra la ignorancia y la miseria. Desde allí se dirigían escuelas, comedores, centros sanitarios, capillas y catequesis esparcidos por todo Madrid y la periferia de sus barrios. En la planta baja de Santa Engracia había un comedor público y, en el primer piso, una enfermería con veinte camas y servicios médicos. Todas las salas y habitaciones del Patronato daban a un gran patio interior, al que estaba adosada una iglesia pública. Por la mañana temprano solía decir misa allí el capellán. La celebraba de modo «pensado y devoto, llegando a emplear hasta tres cuartos de hora». (Más tarde trataría don Josemaría, en atención a los fieles, de acortar el tiempo a la media hora, colocando el reloj sobre el altar).