Un retrato en Molinoviejo

San Josemaría estuvo en numerosas ocasiones en Molinoviejo. En una de ellas, desde el 27 de septiembre hasta el 3 de octubre de 1966, un pintor español, Luis Mosquera, le hizo un retrato al óleo.

San Josemaría posó durante cinco sesiones en una sala de estudio del pabellón de Molinoviejo. Le acompañaban don Álvaro del Portillo, don Javier Echevarría, don Florencio Sánchez Bella, don Emilio Muñoz Jofre, Alejandro Cantero y don César Ortiz de Echagüe, entre otros. Cuentan los recuerdos de esos días:

Para meterse más en el retrato, Mosquera ha encarecido al Padre que hable mientras posa. Ayer estábamos varios en la sala de estudio. El Padre animaba una conversación amena y sazonada de buen humor. Se dirigía a todos los que le acompañábamos, interesados y curiosos. Pero, a medida que avanzaba el tiempo, su charla se iba dirigiendo de modo especial a Mosquera. El Padre es “modelo dócil”, según dice el pintor. A una indicación suya, se cruza de brazos y mantiene el gesto, estático, casi sin respirar. Luego, cuando Mosquera le dice “ya vale”, vuelve a conversar con naturalidad, pero casi sin cambiar de lugar ni de postura (...).  Hoy me he quedado a solas con el pintor y con el Padre en un ángulo de la estancia, durante la sesión. El Padre habla a Mosquera con un acento muy personal, muy íntimo. Le tutea y le llama por su nombre: Luis. Más que alabar su talento, elogia la ilusión que pone en su trabajo. De ahí ha pasado a explicarle cómo puede hacer de su arte algo santo, algo humano y divino.  Luego, con palabras sencillas y directas, le da noticia de lo que es el Opus Dei. Y, con emocionante sinceridad, le comunica que Dios ha querido utilizarle a él como instrumento para hacer la obra en el mundo. Después, subraya con fuerza, con persuasión, que él se considera un instrumento inepto y sordo; pero que, al mismo tiempo, sólo desea amar con locura a Jesucristo”.