“La belleza que se tiene dentro, se refleja en la cara”

Miguela Escuín es "esteticien" y dirige un gabinete de belleza. Está casada, tiene dos hijos y es supernumeraria del Opus Dei

Vivo en Calanda, el pueblo donde la Virgen del Pilar hizo el milagro a Miguel Pellicer devolviéndole la pierna que había perdido. Aquí la devoción a la Virgen es muy grande y se habla mucho de ese gran milagro, que está tan documentado, aunque a veces no nos damos cuenta de los milagros que Dios hace en nuestra vida a diario.

Por ejemplo, el milagro de la vocación. Yo llevaba ocho años casada, tenía dos hijos y quería contribuir en casa con alguna aportación económica. Y junto con mi marido, barajamos varias posibilidades: poner una tienda en los bajos de casa, una librería, una zapatería… Hasta que me hablaron de la posibilidad de hacer un curso de "esteticien" y nos gustó la idea; busqué una academia en Zaragoza para prepararme y cuando terminé, me puse a trabajar en mi gabinete de belleza en Calanda.

Ahora mi jornada laboral suele comenzar a las nueve de la mañana y acaba sobre las ocho de la tarde. Hago diversos tratamientos: limpiezas de cutis, manicuras, pedicuras y otros tratamientos de belleza, y doy sesiones de masajes. También tengo Rayos UVA. Es un trabajo muy bonito y una de las cosas que más me gusta es el trato personal con muchas de mis clientas.

"Procurar estar cerca de Dios en los momentos difíciles, te da serenidad, mucha paz y alegría"

Cuando empecé a trabajar en esto todavía no tenía contacto con el Opus Dei. Fue un par de años más tarde cuando lo conocí el Opus Dei. Hice mi primer curso de retiro y luego el Señor me concedió la gracia inmensa de la vocación. A partir de ese momento, cambió mi forma de enfrentarme al trabajo  de cada día. A partir de entonces ya no trabajaba sólo la parte “externa” -por decirlo de alguna forma- de mis clientes, porque me  había dado cuenta de que eran personas, con cuerpo y alma; y mi perspectiva se agrandó: se hizo más amplia y sobrenatural. 

Llevo trabajando más de diecisiete años en esto, y como todas mis amistades saben que soy del Opus Dei suelen pedirme consejo con frecuencia sobre diversas cuestiones y según el grado de confianza que tengamos, acabamos casi siempre hablando de su vida cristiana y  de los hijos. No siempre me resulta fácil aclarar sus dudas; a veces no sé como ayudarlas, y le  pido ayuda a mi Angel de la Guarda para que me ilumine. Es una de las cosas que he aprendido en el Opus Dei: a esforzarme por tener presencia de Dios en los momentos fáciles y en los difíciles. 

Gracias a Dios, Pedro, mi marido, es supernumerario también, y los dos coincidimos en pensar que no imaginamos nuestra vida sin el Opus Dei. Mi familia –mis padres, mis hermanos- se han dado cuenta que procurar  estar cerca de Dios en los momentos difíciles, te da serenidad, mucha paz y alegría, y algunos se han ido acercando la Obra, lo mismo que mis  dos hijos,  que tienen mucho cariño al Opus Dei y participan en sus medios de formación.

Yo soy aragonesa, lo mismo que San Josemaría y siempre le pido que interceda por mí, para que vea lo que tengo que hacer en cada momento y que me dé fortaleza para cumplirlo. Otra cosa que le pido muy a menudo es que me dé un corazón grande para querer más a todo el mundo. Y por supuesto, que me aumente cada día el amor a la Virgen.