Proyectos de expansión: Valencia y París (1936)

En el año 1936, Josemaría Escrivá pensó que había llegado el momento de extender fuera de Madrid el trabajo apostólico que llevaba a cabo desde 1928.

Decidió que Valencia, dentro de la península, y París, como primer salto al extranjero, eran los lugares apropiados para esta primera expansión. El estallido de la guerra civil española paralizaría esos proyectos; y el de París aún se retrasaría más, debido a la segunda guerra mundial.

Anotación del Fundador del Opus Dei en sus Apuntes íntimos, nn. 1315 (13-II-1936) y 1318 (28-II-1936)

Veo la necesidad, la urgencia de abrir casas fuera de Madrid y fuera de España. (…) Siento que Jesús quiere que vayamos a Valencia y a París (...). Ya se está haciendo una campaña de oración y sacrificios, que sea el cimiento de esas dos Casas (…)

Carta del Fundador del Opus Dei a don Francisco Morán, Vicario General de Madrid, 10-III-1936

Es muy posible que, dentro del verano próximo, quede abierta una Casa de la Obra en provincias -quizá, en Valencia-, y estoy preparando el terreno para enviar un grupito a París…

Testimonio de Ricardo Fernández Vallespín

Ricardo Fernández Vallespín nació el 23.IX.10, en El Ferrol (La Coruña); arquitecto, perteneció al Opus Dei desde 1933. Fue el primer Director de la residencia DYA (Ferraz). En 1949 se ordenó sacerdote y poco después fue uno de los que inició el apostolado del Opus Dei en Argentina.

Creció y creció la labor en el curso 1935-1936. Amigo del Padre era el Obispo Auxiliar de Valencia D. Javier Lauzurica y en los primeros meses de 1936 el Padre decidió hacer un viaje a Valencia, para tantear el terreno y ponerse otra vez en contacto con los estudiantes universitarios de esa ciudad, que habían ido a visitarle a Madrid. Yo le acompañé en este viaje. Fuimos en el medio de transporte más económico, que era en coches de turismo grandes, que cobraban solamente cincuenta pesetas por plaza. Aquel viaje con el Padre me hizo una ilusión enorme y quedó grabado en mis recuerdos. En Valencia nos alojamos en un hotel modesto, el “Hotel Balear”, situado en la calle de la Paz. Allí fueron a ver al Padre muchos de los estudiantes que habían estado con él en Ferraz, que llevaron a otros compañeros. Y fue entonces cuando el Padre habló a D. Rafael Calvo Serer, entonces estudiante avanzado de Filosofía y Letras, de su posible vocación, y él pidió que le admitiera en la Obra. También recuerdo que D. Javier Lauzurica nos invitó a comer en la vivienda que tenía en el Seminario; nos acogió con mucho cariño y dio toda clase de facilidades para realizar la idea de instalar allí una residencia de estudiantes.

Documentos del Fundador: Instrucciones y Cartas (1930-1936) Desde los comienzos del Opus Dei, don Josemaría Escrivá fue recopilando ordenadamente las luces recibidas y preparando documentos que más tarde entregaría a los fieles del Opus Dei. Estos documentos, aun inéditos, son las Instrucciones y las Cartas. Las Instrucciones recogen, junto a criterios de fondo, experiencias y detalles prácticos,referentes a aspectos concretos de la labor formativa y apostólica; las Cartas tienen un tono más expositivo y versan, de ordinario, sobre aspectos de espíritu que Josemaría Escrivá glosa y comenta como Fundador. Las Instrucciones son 6 en total y fueron escritas entre 1930 y principios de los años 50. Las Cartas, más numerosas, abarcan un periodo más extenso, hasta los años 70; algunas de las más antiguas sufrieron, con el correr del tiempo, retoques terminológicos, pero sin afectar a la substancia de su contenido, de ahí que el Fundador conservara siempre la fecha de la primera redacción. Recogemos a continuación algunos fragmentos significativos de cuatro Instrucciones redactadas entre 1934 y 1936 y de dos Cartas fechadas el 24-III-1930 y el 9-I-1932. El término "socio", con el que en ocasiones se refiere a los fieles del Opus Dei, obedece a necesidades terminológicas del momento en que fueron redactadas, dependientes como se verá de una configuración jurídica definitiva. Instrucción, 19-III-1934 Esta Instrucción 19-III-1934 se encamina a poner de manifiesto el espíritu sobrenatural del Opus Dei.

La Obra de Dios no la ha imaginado un hombre (...). Hace muchos años que el Señor la inspiraba a un instrumento inepto y sordo, que la vio por vez primera el día de los Santos Ángeles Custodios, dos de octubre de mil novecientos veintiocho. (...) La Obra de Dios no la ha imaginado un hombre, para resolver la situación lamentable de la Iglesia en España desde 1931. (...)

1) La Obra de Dios viene a cumplir la Voluntad de Dios. Por tanto, tened una profunda convicción de que el cielo está empeñado en que se realice.

2) Cuando Dios Nuestro Señor proyecta alguna obra en favor de los hombres, piensa primeramente en las personas que ha de utilizar como instrumentos... y les comunica las gracias convenientes.

3) Esa convicción sobrenatural de la divinidad de la empresa acabará por daros un entusiasmo y amor tan intenso por la Obra, que os sentiréis dichosísimos sacrificándoos para que se realice.

"Carta 24-III-1930 " nn. 1, 2, 12 y 14 En esta carta Josemaría Escrivá comenta la llamada universal a la santidad y como los fieles del Opus Dei deben practicar y crecer en las virtudes cristianas en la vida ordinaria.

El corazón del Señor es corazón de misericordia, que se compadece de los hombres y se acerca a ellos. Nuestra entrega, al servicio de las almas, es una manifestación de esa misericordia del Señor, no sólo hacia nosotros, sino hacia la humanidad toda. Porque nos ha llamado a santificarnos en la vida corriente, diaria. (…)

Hemos de estar siempre de cara a la muchedumbre, porque no hay criatura humana que no amemos, que no tratemos de ayudar y de comprender. Nos interesan todos, porque todos tienen un alma que salvar, porque a todos podemos llevar, en nombre de Dios, una invitación para que busquen en el mundo la perfección cristiana, repitiéndoles: estote ergo vos perfecti, sicut et Pater vester caelestis perfectus est ( Matth V, 48); sed perfectos, como lo es vuestro Padre celestial. (…)

Hemos venido a decir, con la humildad de quien se sabe pecador y poca cosa — homo peccator sum ( Luc. V, 8), decimos con Pedro—, pero con la fe de quien se deja guiar por la mano de Dios, que la santidad no es cosa para privilegiados: que a todos nos llama el Señor, que de todos espera Amor: de todos, estén donde estén; de todos, cualquiera que sea su estado, su profesión o su oficio. Porque esa vida corriente, ordinaria, sin apariencia, puede ser medio de santidad: no es necesario abandonar el propio estado en el mundo, para buscar a Dios, si el Señor no da a un alma la vocación religiosa, ya que todos los caminos de la tierra pueden ser ocasión de un encuentro con Cristo. (…)

Lo extraordinario nuestro es lo ordinario: lo ordinario hecho con perfección. Sonreír siempre, pasando por alto —también con elegancia humana— las cosas que molestan, que fastidian: ser generosos sin tasa. En una palabra, hacer de nuestra vida corriente una continua oración. (...)

En esa vida corriente, mientras vamos por la tierra adelante con nuestros compañeros de profesión o de oficio —como dice el refrán castellano cada oveja con su pareja, que así es nuestra vida—, Dios Nuestro Padre nos da la ocasión de ejercitarnos en todas las virtudes, de practicar la caridad, la fortaleza, la justicia, la sinceridad, la templanza, la pobreza, la humildad, la obediencia...

"Carta 9-I-1932 " , nn. 9, 92 y 91 En esta Carta Josemaría Escrivá trata del carácter universal y perenne del Opus Dei al servicio de la Iglesia, glosando con detalle la vida espiritual a la que esta llamada invita.

Si me preguntáis cómo se nota la llamada divina, cómo se da uno cuenta, os diré que es una visión nueva de la vida. Es como si se encendiera una luz dentro de nosotros; es un impulso misterioso, que empuja al hombre a dedicar sus más nobles energías a una actividad que, con la práctica, llega a tomar cuerpo de oficio. Esa fuerza vital, que tiene algo de alud arrollador, es lo que otros llaman vocación.

La vocación nos lleva -sin darnos cuenta- a tomar una posición en la vida, que mantendremos con ilusión y alegría, llenos de esperanza hasta en el trance mismo de la muerte. Es un fenómeno que comunica al trabajo un sentido de misión, que ennoblece y da valor a nuestra existencia. Jesús se mete con un acto de autoridad en el alma, en la tuya, en la mía: ésa es la llamada. (…)

Al suscitar en estos años su Obra, el Señor ha querido que nunca más se desconozca o se olvide la verdad de que todos deben santificarse, y de que a la mayoría de los cristianos les corresponde santificarse en el mundo, en el trabajo ordinario. Por eso, mientras haya hombres en la tierra, existirá la Obra. Siempre se producirá este fenómeno: que haya personas de todas las profesiones y oficios, que busquen la santidad en su estado, en esa profesión o en ese oficio suyo, siendo almas contemplativas en medio de la calle. (…)

A la vuelta de tantos siglos, quiere el Señor servirse de nosotros para que todos los cristianos descubran, al fin, el valor santificador y santificante de la vida ordinaria -del trabajo profesional- y la eficacia del apostolado de la doctrina con el ejemplo, la amistad y la confidencia.

Quiere Jesús, Señor Nuestro, que proclamemos hoy en mil lenguas -y con don de lenguas, para que todos sepan aplicárselo a sus propias vidas-, en todos los rincones del mundo, ese mensaje viejo como el Evangelio, y como el Evangelio nuevo.

(Texto incluido en "Fuentes para la Historia del Opus Dei" de Federico M. Requena y Javier Sesé publicado en Editorial Ariel)