“Mi trabajo contribuye decisivamente a que una casa sea un auténtico hogar"

Tiene 34 años y estudió Administración Hotelera. Nació en La Alberca, Salamanca, donde siguen residiendo sus padres, aunque ella vive en Madrid desde 1991, poco antes de hacerse numeraria auxiliar del Opus Dei

Como ciudad elige San Sebastián, para leer Ana Karenina y en el cine opta por Los miserables. "Para comer no hay nada como unas patatas alpujarreñas", dice Isabel Angulo. Como numeraria auxiliar, su trabajo consiste en atender las necesidades de las personas que residen en centros de la Prelatura, contribuyendo a crear un ambiente familiar. Atiende con sentido profesional las necesidades de todos, como cualquier ama de casa. Aclara: "Vine a Madrid para estudiar y aterricé en un centro del Opus Dei porque podía compaginar trabajo y estudio. Y allí comencé a ver una serie de cosas que concordaban bastante con lo que yo pensaba. Al principio me llamó la atención la alegría de las que trabajaban allí. “Aquella alegría no la había visto antes y entendí la diferencia entre pasarlo bien y ser feliz. Porque se puede estar pasando un mal rato y ser feliz, y se puede pasar un rato agradable y no ser feliz. Descubrí un horizonte nuevo para mí, me di cuenta de que Dios me pedía colaboración para sacar adelante precisamente esa familia. Y me fié de Él: "Si esto es lo que Tú quieres para mí, adelante...".

¿Numerarla auxlllar?

"Tuve claro entonces que mi sitio en el Opus Dei era éste: el de numeraria auxiliar"

La vocación al Opus Dei es única: todos sus miembros responden a idéntica llamada y comparten los mismos ideales de santidad y de apostolado en medio del mundo, aunque en cada uno se concreta de modo diferente, según sus circunstancias. Además, en el caso de las numerarias auxiliares, su ocupación principal es el trabajo en los centros de la Prelatura, "cuidar de la familia, hacer de madres", añade Isabel. "Es un trabajo que conozco por mi preparación profesional y que ahora se enriquece por su enfoque de servicio a Dios y a los demás: dos objetivos muy importantes. Tuve claro entonces que mi sitio en el Opus Dei era éste: el de numeraria auxiliar". Tanto san Josemaría como el actual Prelado han hablado con especial cariño de las numerarias auxiliares, a las que se referían como la columna vertebral del Opus Dei.

Isabel recuerda que "Dios quiere que en la Obra se viva, se respire un ambiente de familia". Eso es precisamente lo que hace tan valiosas a estas mujeres, porque con su trabajo logran crear ese clima familiar que se vive en el Opus Dei: "Pretendo que quien sale de casa a trabajar por la mañana, al regresar por la noche se encuentre un hogar cuidado, en donde se le espera; y que lo noten en pequeños, o no tan pequeños, detalles: desde poner un centro de flores en un rincón hasta dejar una cena preparada para que vean el partido de fútbol, estén a gusto y disfruten estos días del Mundial. Y así sientan, a través del cariño que intentamos transmitir, cómo Dios les quiere".

"Es un trabajo que conozco por mi preparación profesional y que ahora se enriquece por su enfoque de servicio a Dios y a los demás: dos objetivos muy importantes"

En gran medida es cuidando estos detalles como se consigue el ambiente de familia del Opus Dei. Isabel es, sobre todo, una persona vital, muy sociable y que disfruta con cualquier cosa o, incluso, sin cosa alguna...: "Mis padres me decían que no me hacía falta nada ni nadie para divertirme", aunque la realidad es que siempre ha estado rodeada de amigos; una vez se puso muy mala y una de ellas decía “que no se muera, porque si no, vamos a aburrirnos mucho... "'

Una jornada habitual

Se levanta a las seis y media, se arregla, ordena su cuarto, reza media hora y va a misa. Desayuna y empieza su jornada: limpia la casa, cocina, atiende el teléfono o al fontanero, plancha... como una madre de familia, que es a lo que más se parece una numeraria auxiliar.

Pero no se ocupa sólo de la materialidad de la casa, "sino de lo que hay detrás de ella, y procuro hacer todo con un amor de Dios y a los demás muy grande". "Cuido la casa y procuro esmerarme con el oratorio, porque Dios está presente ahí. También atiendo a las personas que viven en ese centro cuidando su vocación, porque la gente, en la medida que está contenta en lo material, lo está en lo espiritual. Decía san Josemaría, citando un refrán, que cuando el cuerpo está bien, el alma baila y, cuidando del cuerpo y el entorno material, cuidamos la vocación de las personas que viven en ese centro.

También atiendo a las personas que viven en ese centro cuidando su vocación, porque la gente, en la medida que está contenta en lo material, lo está en lo espiritual.

Después de comer, un rato de descanso, de tertulia. «Es necesario, porque es una forma de coincidir con la gente que vive contigo, de enterarte qué les ha pasado durante el día". Suelo rezar otro rato antes de ir a Móstoles, donde colaboro en una actividad apostólica de la Obra. Allí doy clases de formación cristiana, ayudo en iniciativas de voluntariado o echo una mano en lo que haga falta; otras veces, simplemente quedo con mis amigas". ¿Y cuándo descansa? ·”Los jueves por la tarde trato de tener más tiempo y aprovecho para nadar, dar un empujón al libro que esté leyendo ‑ahora Las Crónicas de Narnia ‑ o salir con mis amigas. Soy muy familiar: si voy a casa de ml hermano, disfruto jugando con mi sobrina y me carteo mucho con otro, José Manuel, que estudia Periodismo y así hace prácticas con su tía...”

Juan Manuel Romero // ALBA