“Hacer el matrimonio atractivo es el resultado de ser felices, de quererse”

Juanjo Muñoz y Paloma Iñigo son un matrimonio de Zaragoza. Llevan casados 20 años y se conocieron estudiando Biología. En este testimonio cuentan cómo ha influido el Opus Dei en su vida familiar.

Juanjo y Paloma son padres de ocho hijos de edades comprendidas entre 5 y 18 años, cuatro chicos y cuatro chicas. Se conocieron estudiando Biología en la Universidad de Navarra porque, por la cercanía alfabética de los apellidos, estaban muchas veces juntos en prácticas, exámenes, etc. Juanjo venía de Murcia y Paloma de Zaragoza y en mitad de la carrera se enamoraron y empezaron a salir juntos. Se casaron tres años después de acabar la licenciatura, en diciembre de 1985 y, como suele ocurrir, eligieron para vivir el lugar de procedencia de la novia: Zaragoza.

¿Cómo conocisteis el Opus Dei? J: Conocía el Opus Dei desde hacía años pero no empecé a pensar que Dios me llamaba por esa autopista hasta que algunas personas conocidas me ayudaron a ver que aquello podía ser para mí. Pedí ser de la Obra dos meses después de mi boda y son las dos cosas más importantes que he hecho en mi vida.

P: Sobre mí también influyó el ejemplo de estas personas y otras muchas pero, sobre todo, el enfoque que tomó la vida de Juanjo. Pedí la admisión en diciembre de 1988.

¿Cómo es vuestra vida cotidiana J y P: Llevamos 20 años de matrimonio que transcurren entre hijos, clases, laboratorio, excursiones, lecturas, congresos, amigos, tareas apostólicas, etc. Es una vida normal, muy llena -a veces, llenísima-. Nos gusta, somos felices, esto es lo que Dios quiere de nosotros.

¿Cuáles son vuestras prioridades? J y P: Nuestra tarea principal es educar a nuestros hijos. Aunque en nuestras vidas, como en todas, hay momentos en que los trabajos se acumulan y sobreviene el agobio, intentamos no perder de vista que éste y no otro es nuestro trabajo más importante. 

Esto requiere esfuerzo, porque para ayudar a los hijos a que adquieran virtudes hay que ir por delante, y ese esfuerzo debe dirigirse en primer lugar hacia nosotros mismos. La clave es que los padres mejoremos como personas. Estamos seguros de que lo fundamental es querernos nosotros y que sin esto es muy difícil, pero con esto está casi todo hecho.

Además ese cariño hay que irradiarlo hacia fuera hoy más que nunca. Hace años tuvimos la suerte de poder estar unos minutos con el Prelado del Opus Dei y nos insistió en el apostolado del amor humano: “Que vean que os queréis”. Hacer el matrimonio atractivo es el resultado de ser felices, de quererse.

Además de educar a vuestros hijos, como padres de familia cristianos, ¿qué hacéis para influir a vuestro alrededor?

J y P: Cada uno desde su sitio puede recristianizar la sociedad. Nosotros desde nuestra situación de matrimonio y padres de familia intentamos transmitir el verdadero significado del matrimonio y la familia. Hasta hace poco hemos estado trabajando en Orientación Familiar. Se trata de hacer pensar a otros, para que después sepan actuar: marcar objetivos, proyectos, distinguir lo importante de lo accesorio, en definitiva, mostrar los valores y lo que es más importante, que sepan encarnarlos, para hacer de los hijos personas virtuosas. Es una tarea apasionante y que nos abre los ojos a los padres y a los educadores en general.

También hoy en día es imprescindible defender la vida humana. Nosotros como biólogos y trabajando en el mundo de la sanidad y la educación nos hemos involucrado en el campo de la bioética. Procuramos profundizar en estos temas de actualidad, como la píldora del día después o la Ley de Reproducción asistida, para transmitir la verdad objetiva ante planteamientos subjetivistas, relativistas y sentimentales. Además de hablar en todos los foros que nos abren la puerta también colaboramos en constituir asociaciones como la Asociación Aragonesa de Bioética o el Foro Aragonés de la Familia.