Resumen del libro

El resumen que ofrecemos a continuación no pretende seguir al detalle la compleja estructura de la novela, sino reflejar los principales elementos de la historia.

El objetivo de este texto es dar una visión clara y ordenada del contenido, de manera que sea posible conocer lo esencial de esta larga novela sin necesidad de leerla. Asimismo, pretendemos diferenciar claramente los contenidos totalmente inventados de aquellos que, a juicio del autor, son científicamente exactos.

I. La verdad sobre Jesús, la Iglesia y el Priorato de Sión.

En este primer apartado, recogemos las afirmaciones que realizan dos personajes de la novela: Robert Landon y Leigh Teabing, expertos en historia de la Iglesia, en sociedades religiosas secretas y en simbolismo religioso.

En la introducción de la novela, Dan Brown da a entender que lo que afirman estos personajes no se trata de una pura invención literaria, sino de hechos históricamente comprobados: “Todas las descripciones de [...] documentos [...] en esta novela son exactas”. Sin embargo, la ciencia seria demuestra que, lo que afirma Dan Brown en sus elucubraciones, poco tiene que ver con la realidad. Por ejemplo, los documentos sobre una sociedad secreta llamada el “Priorato de Sión” (“Dossiers secretos”) sobre los que él fundamenta la existencia de esta centenaria institución, son falsos textos que datan del año 1967. Igualmente, los evangelios apócrifos que cita el autor no cuentan con un fundamento histórico real.

Según El Código Da Vinci, casi todo lo que se nos ha dicho sobre Jesucristo es falso. Él no era Dios, sino un simple hombre. Y además, no permaneció soltero, sino que se casó con María Magdalena, a quien quería por delante de los Apóstoles y confió la Iglesia tras su muerte. De esta forma, quiso devolver a su lugar en la religión al ‘femenino sagrado’. Jesús fue, por así decirlo, el primer feminista. Todo esto se fundamenta sobre Evangelios ya olvidados y recientemente descubiertos en las excavaciones de Qumran y Nag Hammadi.

Pero san Pedro se habría opuesto a la voluntad de Cristo. Tras la muerte de éste en la Cruz, apartó a María Magdalena de la cabeza de la Iglesia y usurpó el poder. Ella, encinta tras su relación con Jesús, huyó a Francia ayudada por José de Arimatea. Allí dio a luz una niña, primera de una línea sucesoria jamás interrumpida.

La Iglesia, desde entonces, ha hecho todo lo posible para acallar tal hecho. Ahogó la realidad del ‘sagrado femenino’ –la fundamentación de la Iglesia sobre la mujer- e hizo de María Magdalena una prostituta. En la Edad Media, esta campaña alcanzó su apogeo: al menos, 5 millones de mujeres murieron quemadas bajo acusación de brujería.

En el año 325, el emperador Constantino el Grande (280-337) convocó el Concilio de Nicea e hizo que los obispos allí reunidos «votaran» mayoritariamente la divinidad de Jesús, cuestionada hasta entonces por los creyentes. Con el fin de sostener esta nueva doctrina, editó una nueva Biblia. De los 80 evangelios existentes en aquella época, escogió 4 en los que Cristo aparecía como verdadero Dios. Además, algunos pasajes fueron reescritos.

El resto de escritos –en los que quedaba clara la humanidad de Jesús, y en especial su relación con María Magdalena- fueron desprestigiados, confiscados y quemados. Excepcionalmente, han llegado hasta nosotros algunos de esos ejemplares, como los evangelios apócrifos de Felipe y Tomás.

Con todo, algunos adeptos permanecieron fieles a Jesús y María Magdalena. Continuaron venerando el ‘femenino sagrado’, especialmente con ritos que exaltaban la fertilidad. En el siglo V, formaron la dinastía de los Merovingios, que llegaron a conquistar el trono francés.

Una rama lateral de los merovingios sobrevivió a su extinción. Uno de sus descendientes, el cruzado Godofredo de Bouillon, conoció todo el «secreto de familia». Para evitar que el secreto se perdiese con su muerte, fundó en 1099, tras la conquista de Jerusalén, la orden del Priorato de Sion. Esta hermandad secreta debía velar por la perpetuidad de la sagrada dinastía. Con la excusa de proteger a los peregrinos que marchaban a Jerusalén, el Priorato fundó un grupo militar: los caballeros del Temple, o Templarios.

Estos caballeros encontraron en las ruinas del Templo de Salomón otros documentos que comprometían el futuro de la Iglesia. La posesión de estos documentos les permitió, en tiempo récord, lograr una inmensa fortuna, gozando así de un extenso poder. La Iglesia decidió entonces acabar con ellos.

En 1312 el Papa Clemente V, con una orquestada operación, hizo arrestar a todos los Templarios. Fueron torturados hasta arrancarles la confesión de delitos como el satanismo, la sodomía o la blasfemia. De esta forma, pudieron ser condenados y quemados por herejes. El Papa ordenó arrojar sus cenizas al Tíber. Pero los documentos de este juicio se le escaparon.

A pesar de estas violentas persecuciones, el Priorato de Sión logró salvaguardar a lo largo de los siglos el secreto de Jesucristo. Sus Grandes Maestros han sido a menudo personalidades culturales célebres: Sandro Botticelli, Léonardo da Vinci, Isaac Newton, Victor Hugo, Claude Debussy o Jean Cocteau, entre otros. La lista de líderes del Priorato se encuentra en viejos pergaminos, en ‘Dossiers secretos’ descubiertos en 1975 en la Biblioteca Nacional de Francia.

Algunos de estos miembros del Priorato hicieron en su vida algunas veladas alusiones al «secreto», especialmente Leonardo da Vinci, en sus obras pictóricas y sus libros (de ahí el título del libro: “El Código da Vinci”).

A lo largo de los siglos, el Priorato se ha encargado además de transportar los restos mortales de María Magdalena de una tumba a otra para alejarlos de la Iglesia. Únicamente los más altos cuatro miembros del Priorato saben dónde se encuentra en cada momento y dónde se encuentra la ‘llave maestra’: una caja con una combinación secreta que indica el lugar donde se encuentra esa tumba.

En realidad, el verdadero Grial tan buscado a lo largo de la historia, no es el que utilizó Jesús en el Cenáculo y que luego usó José de Arimatea para recoger la sangre de Cristo, sino que el Grial es María Magdalena, ella misma, y sus descendientes, cuya sangre sigue siendo sangre real. De esta forma, el nombre “sangre real”, ha evolucionado a sang-rial y finalmente Santo Grial, uniendo así los dos conceptos.

II. El Opus Dei en la novela En el libro, el autor pretende hacer creer que todas las descripciones son fieles a la realidad, así como la mención de obras de arte y documentos, y en especial cuando se refieren a Leonardo Da Vinci. Los expertos en cada una de las materias han sido bastante críticos. Dan Brown también da la impresión de querer dar a conocer el verdadero rostro del Opus Dei. En la introducción, señala : «La prelatura vaticana conocida como Opus Dei es una secta católica profundamente piadosa, que recientemente ha recibido acusaciones de lavado de cerebro y de peligrosa práctica de la mortificación corporal». En los agradecimientos, menciona conversaciones con tres miembros y dos ex miembros del Opus Dei. (Aun así, ninguna persona del Opus Dei asegura haber hablado con el escritor). Afortunadamente, el Opus Dei es una realidad totalmente diferente a la macabra descripción del libro.

El Priorato de Sión no tiene ninguna intención de revelar su gran secreto. Pero Leigh Teabing, un británico muy sabio y muy rico –que, sin pertenecer al Priorato, es uno de quienes mejor conoce esta institución- no es de esa opinión: ahora, con motivo del final de la era de Piscis y el comienzo de la era de Acuario (la “New Age”) es absolutamente necesario revelar la mentira y los métodos criminales de la Iglesia, para destruirla. Acusa al Priorato de cobardía. A su vez, el Gran Maestro del Priorato –Jacques Saunière- ve en la muerte de su mujer y sus hijos en un misterioso accidente de coche, un “aviso” intimidatorio de la Iglesia.

Teabing, que posee una enorme mansión cerca de Versailles, espía a la Iglesia y al Priorato con los métodos más modernos. Así, establece un complejo plan para apropiarse de la ‘llave maestra’ que da acceso al secreto. En este plan, se aprovecha de la situación desesperada en la que se encuentra la Prelatura Personal.

Se describe al Opus Dei como una orden tradicionalista y sectaria, rica y poderosa. Según la novela, sus miembros célibes son monjes con sayal que practican penitencias sangrantes. Estas personas dedican la mayor parte de su tiempo a bisbisear oraciones en su celda. Sus ‘métodos de reclutamiento’ son agresivos. Por ejemplo, algunos miembros jóvenes, drogan a amigos suyos para animarles a ingresar en la institución. Se informa también que uno de estos monjes llevó durante tanto tiempo el cilicio –un instrumento para mortificarse- que poco le faltó para morir por septicemia. También se sospecha de que un banquero donó todos sus bienes al Opus Dei antes de suicidarse. El Opus Dei poseería “una visión de la mujer, en el mejor de los casos, ‘medievalista’”. Las mujeres numerarias, por ejemplo, se ven obligadas a limpiar las casas de los hombres sin recibir ningún pago. En 1982, afirma Dan Brown, el Opus dei fue erigido como “Prelatura personal del Papa”, en recompensa por la ayuda prestada a la Banca Vaticana –a la que prestó cerca de un millón de dólares-, salvándola de una crisis absoluta.

Pero en esto, un Papa muy liberal encabeza el Vaticano. No ve con buenos ojos al Opus Dei en una futura Iglesia modernizada y decide apartarlo. Otorga al obispo del Opus Dei, monseñor Aringarosa, un plazo de seis meses para aceptar su decisión y escindirse por propia iniciativa.

Teabing aprovechará esta maniobra. Haciéndose pasar por un ‘maestro’ que se desvive por la Iglesia y el Opus Dei, y hablando inglés con un cierto acento francés, contacta con Aringarosa por teléfono y le promete, a cambio de 20 millones de euros, darle en posesión el secreto del Priorato. Una información así daría tal poder al Opus Dei que el Vaticano no osaría molestar a esta institución.

Aringarosa acepta la oferta. Para realizar la transacción, cuenta con un numerario llamado Silas, un albino que en su juventud había asesinado en varias ocasiones y que había sido encarcelado en Andorra. Tras evadirse gracias a un terremoto, se refugió en España. Allí, cuando estaba para morir, fue recogido por Aringarosa, quien le cuidó, convirtió al cristianismo, y le aceptó en el Opus Dei.

Bajo las órdenes del «Maestro», Silas mata en una sola noche a los cuatro poseedores del secreto del Priorato. Todos, antes de morir, le revelan la misma información: la ‘llave maestra’ que da acceso al secreto se encuentra en la Iglesia de San Sulpicio, en París. Cuando llega allí, Silas se da cuenta de que ha sido engañado. Al darse cuenta de que la religiosa que custodia el templo está al tanto de los secretos del Priorato de Sión, la mata. Para reparar estos horribles crímenes, el monje albino se mortifica hasta sangrar, si bien en el fondo de su conciencia cree estar ya perdonado ya que todos estos asesinatos los realiza por una causa santa: la defensa de la Iglesia y de la “Obra de Dios”.

Jacques Saunière, Gran Maestro del Priorato y conservador del Museo del Louvre, es el último guardián del secreto en morir asesinado por Silas. Antes de morir, Silas le deja agonizante en mitad del famoso museo parisino. De esta forma, tiene tiempo para dejar algunas pistas escondidas que hablan del secreto. Los destinatarios de esas pistas son Robert Langdon, profesor de ‘Simbología’ en Harvard, con quien ese mismo día Saunière había quedado citado, y Sophie Neveu, sobrina del conservador y criptóloga de la Policía criminal.

Langdon y Neveu llegan al lugar del crimen, encuentran las indicaciones que misteriosamente ha dejado Saunière y comienza una investigación que les lleva de un lugar a otro. En esta particular búsqueda, deben además huir de la policía, que les cree sospechosos del asesinato. Para lograr descifrar uno de los mensajes con los que se topan, Langdon y Sophie llegan a la casa de Teabing –amigo del profesor de Harvard-, en Versalles. Éste, cuenta a Sophie toda la historia del Priorato y del Secreto. Silas, quien persigue a los dos investigadores por orden de Teabing, es detenido y maniatado por el mayordomo del rico propiteario.

Teabing, Langdon y Neveu descubren que hay una segunda «clave» escondida en una iglesia de Londres. A bordo del jet privado de Teabing, se trasladan a Londres. Una vez encontrada esa «llave maestra» Teabing revela sus propósitos: apuntando a los dos jóvenes con una pistola, exige a Langdon la entrega del misterio. Pero, con un golpe de efecto, Langdon invierte los papeles.

Mientras tanto, tras ser alertada por el obispo Aringarosa, la policía localiza a Silas en un centro del Opus Dei en Londres. En el momento del arresto, Silas dispara contra Aringarosa, a la vez que él mismo es tiroteado por un policía y muere. En la misma operación policíaca, Teabing es arrestado.

La segunda ‘llave’ conduce a Robert Langdon y Sophie Neveu a una Iglesia de los Templarios situada en Escocia. Allí, Sophie se reencuentra con su hermano y su abuela, a quienes creía muertos desde un terrible accidente de coche. En ese momento, comprence que ella es la última descendiente de Jesucristo.

De regreso a París, Langdon continúa reflexionando sobre el misterio y descubre que la tumba de María Magdalena se encuentra en realidad bajo la famosa pirámide del Libre, que construyó el presidente francés Mitterrand –de quien se decía que frecuentaba ambientes esotéricos-. De rodillas ante la tumba de María Magdalena, Langdon cree escuchar la voz de una mujer: es la Voz de la Sabiduría que le habla desde la noche de los tiempos.