"María es una mujer que ama"

Benedicto XVI visitó el 1 de mayo el Santuario del "Divino Amore" al sur de Roma, donde presidió el rezo del Rosario ante la imagen de la Virgen del antiguo santuario y posteriormente visitó el nuevo, consagrado por Juan Pablo II en 1999.

Dirigiéndose después a los fieles presentes, el Santo Padre manifestó su alegría por poder renovar "la experiencia de mi amado predecesor Juan Pablo II, que el primer día de mayo de hace 27 años realizó su primera visita como pontífice a este santuario".

"Hemos rezado el Santo Rosario -dijo- recorriendo los cinco misterios "gozosos", que hacen pasar ante los ojos de nuestro corazón los inicios de nuestra salvación, desde la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María hasta el hallazgo de Jesús, cuando tenía ya doce años, en el Templo".

Tras recordar las palabras de su encíclica "Deus caritas est": "María es una mujer que ama", Benedicto XVI subrayó que "es el fruto y el signo del amor de Dios por nosotros, de su ternura y de su misericordia. Por eso, junto con nuestros hermanos en la fe de todos los tiempos y lugares, nos dirigimos a Ella en nuestras necesidades y esperanzas, en las vicisitudes alegres y dolorosas de la vida. En estos momentos -añadió-, pienso en la familia de la isla de Ischia, víctima de un deslizamiento de tierra ocurrido ayer".

"De este Santuario -continuó-, esperamos una gran ayuda y un apoyo espiritual para la diócesis de Roma, para mí -su obispo- y para los demás obispos, mis colaboradores, para los sacerdotes, las familias y las vocaciones, los pobres, los que sufren, los enfermos, los niños y los ancianos, para toda la amada nación italiana".

"Esperamos de modo especial, energía interior para cumplir -afirmó el Santo Padre- el voto hecho por los romanos el 4 de junio de 1944, cuando pidieron solemnemente a la Virgen del Amor Divino que la ciudad fuera preservada de los horrores de la guerra, y fueron escuchados".

Santuario del 'Divino Amore'

El 4 de junio de aquel año, la imagen de la Virgen se expuso en la iglesia romana de San Ignacio para pedir la liberación de la ciudad, ocupada por los nazis, y los romanos hicieron el voto y la promesa, recordó el Papa, de "corregir y mejorar su conducta moral para hacerla más conforme con la del Señor Jesús".

"Hoy también -continuó- hay necesidad de conversión a Dios, a Dios Amor, para que el mundo sea librado de las guerras y del terrorismo. Nos lo recuerdan lamentablemente las víctimas, como los militares muertos el jueves pasado en Nasiriya, Irak, que confiamos a la intercesión maternal de María, Reina de la paz".

Vatican Information Service