“Pertenecer al Opus Dei es vivir la vida cristiana, no hay nada más”

Kike Gómez Haces es la presidenta de la Asociación Mujer Empresa. En este testimonio cuenta cómo influye en su vida pertenecer al Opus Dei .

¿De qué color son sus gafas? Lila. Puede. Puede que no. Son, sin duda, de un color que sale al paso antes de que ella reciba con tanta cortesía como decisión. Si Kike Gómez Haces trata de esconderse, va de cráneo.

Pero no se esconde. Esta mujer empresaria, presidenta de la Asociación Mujer Empresa –con un millar de asociadas en Asturias- se deja ver lo mismo que sus gafas. O acaso más. Sorprende que, en los primeros impases del encuentre, confiese a las claras que es numeraria del Opus Dei.

-¿Por qué no voy a decirlo? Pertenecer al Opus Dei es, en definitiva, vivir la vida cristiana, no hay nada más. ¡Me van a decir ahora a mí qué es el Opus Dei! Lo demás es puro dar oído a componendas, a historias. El Opus Dei es vivir la vida cristiana más exigente. Para mí ser del Opus Dei es un chollo. La vida cristiana da sentido a mi vida, me ha ayudado a ser mejor, a ser más feliz, e ir en mi trabajo más allá de sólo ganar dinero, a preocuparme más por los demás.

- Supongo que no le habrá gustado el “Código Da Vinci”. No es que queden muy bien parados.

- Detrás de todas estas cosas siempre está la intención de hacer dinero a costa del Opus Dei. El Opus Dei es el magnificado de esa presión mediática, de quiénes se aprovechan de él. El Opus Dei ha influido en mi vida sólo en el aspecto religioso. Solamente. No me dicen cómo tengo que hacer mis negocios. Soy libre.

- Pero no todos lo cuentan a las claras, por delante, como usted.

- Eso pertenece sólo al ámbito espiritual, hay personas que no lo dicen porque, precisamente, es un asunto de la intimidad.

Ya ven, como sus gafas, de frente. Kike Gómez es una de esas risas interminables. Se da un aire de vendaval. Mexicana de nacimiento, porruana de orígenes, regresó a Asturias cuando tenía 7 años. La familia se estableció en Oviedo. Dos años después de retornar, su padre falleció. Su madre, Magdalena tuvo que tomar el timón de una familia numerosa.

En una reunión de trabajo

En ese ejemplo se forjó: «Mi madre nos enseñó que teníamos que ser mujeres independientes que solucionar nuestras vidas sin depender de nadie económica o afectivamente». Describe a su madre como una mujer de rompe y rasga. “Cuando llegamos, sólo ella y otra señora cubana conducían en Oviedo. Sería 1962. Nosotras -hace una referencia a su hermana Charo, que la acompaña durante la charla‑ íbamos a las Teresianas, y cuando nos iba a recoger a clase con aquel SEAT 1500, las monjas se asomaban a ver si aquello era una cosa que estaba mal. Mi madre es una mujer que está a ningún tipo de prejuicios».

- ¿Y cómo los sacó adelante? ¿Traería dinero de México?

- Sí, el dinero de casa era mexicano, pero si no lo administras... Es una viuda muy apañada. Lo invirtió en ladrillos . Ella siempre nos decía que los pisos había que comprarlos en el plano, cuando no existían. Recuerdo que unas navidades nos dijo: “Chamacos, este año no hay regalos, que tenemos que comprar un piso”. Lo aceptamos como si tal cosa.

Si Kike tuviera otro 1500, si Oviedo fuera aquel Oviedín de 1962, seguro que también conduciría, alumbrando la calle con sus gafas lila. Mira un chaleta que tiene y advierte:

- No hemos hablado de la mujer. Uff, de eso hay mucho que contar...

Y cuenta ejemplos de mujeres corajudas que ha encontrado en la asociación a la que pertenece, habla de la diferencia, del toque femenino, que se deja notar en la gestión empresarial. «El mundo sería mucho mejor si en vez de utilizar la mitad del talento de la humanidad (los hombres), utilizásemos todo el talento».

Eduardo Lagar // La Nueva España